Yemeníes endurecidos en batalla se levantan contra Israel y sus aliados
Después de la guerra de EE.UU. y Arabia Saudí contra Yemen, el mártir líder de Hezbolá rchazó contundentemente sus débiles justificaciones.
Por: Wesam Bahrani *
Tras el inicio de la devastadora guerra contra Yemen por parte de Estados Unidos y Arabia Saudita, el mártir líder del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), Seyed Hasan Nasralá, refutó de manera contundente las débiles justificaciones de estos países.
“Ellos (los saudíes) dijeron: Esta es la guerra de los árabes, esta es la guerra del arabismo. ¿Una guerra de árabes contra quién? ¿Contra un pueblo árabe? ¿Contra árabes puros?”, dijo en su discurso del 18 de abril de 2015.
“Miren sus rasgos, su dialecto, su lengua, su poesía, su literatura, su elocuencia, su fluidez, y miren su dignidad, valentía, entusiasmo, paternidad, rechazo a la injusticia, honor, orgullo, generosidad y benevolencia. Si el pueblo yemení no es árabe, entonces ¿quiénes son los árabes?”, añadió.
El líder del movimiento de Resistencia islámica en Líbano, mártir tras un ataque aéreo israelí el 28 de septiembre de 2024, en apoyo a Palestina, rindió homenaje a la gran civilización yemení.
“Antes del Islam, ellos eran la civilización de los árabes. Cuando la Península Arábiga y su gente no sabían leer ni escribir y se peleaban por un canal de agua o una novia secuestrada, Yemen ya tenía una civilización, y Yemen tenía urbanidad”, señaló.
“Tras el Islam, la contribución de los yemeníes a la yihad en el Islam es bien conocida y está documentada en la historia, lo atestiguan todas las tierras musulmanas. Indonesia, el país musulmán más grande hoy en día, ¿quién llevó el Islam a Indonesia? Los eruditos, comerciantes y predicadores yemeníes”, recalcó.
Continuó hablando sobre las tribus yemeníes: “conocidas por su genealogía, profundamente arraigadas en la historia y presentes en los libros, en la ciencia de los hombres, en la ciencia de la genealogía y en la ciencia de las tribus”.
“Los yemeníes no necesitan certificación de su identidad árabe o islámica. Más bien, digo que quienes agreden hoy al pueblo yemení son los que deberían buscar certificación de su islam y arabismo”, afirmó Seyed Hasan Nasralá.
“Es vergonzoso. Hay personas (refiriéndose a los reinos árabes del Golfo Pérsico) cuyo linaje es desconocido, que quieren debatir si los yemeníes son árabes o no y defender su propio arabismo”, reprochó.
El discurso fue una clase magistral sobre cómo entender las dinámicas de la resistencia yemení y por qué el régimen sionista seguirá fracasando en su misión suicida y delirante de “decapitar Yemen”.
El país de la Península Arábiga del sur sufrió ocho años de agresión con armas “de última generación” estadounidenses, inteligencia y otro tipo de apoyo logístico en diversas formas y de diversas fuentes.
Y durante esos ocho años, no se ahorró nada. El Aeropuerto Internacional de Saná, el puerto de Al-Hudayda y muchas otras infraestructuras vitales fueron destruidas.
A pesar de todo esto, la revolución liderada por el movimiento popular yemení Ansarolá y su resistencia contra la hegemonía estadounidense, que dirigía la guerra junto con otras potencias occidentales, salió victoriosa.
Ahora, el régimen sionista intenta romper la firmeza del gobierno en Saná, que goza del apoyo popular en el país árabe.
Muchos se preguntan por qué ahora el foco se ha centrado en Yemen.
El asunto más despreciado entre la gente de esta región es la hegemonía y el imperialismo. Es la peor forma de humillación, especialmente dentro del mundo árabe, que Estados Unidos y su proxy sionista estén ocupando tierras, en particular, la tierra islámica santa.
La Palestina ocupada está al frente de esta lucha.
El camino hacia la derrota de la fuente de toda inseguridad, que ha llevado a que Asia Occidental se vea plagada de guerras y disputas luchadas en líneas sectarias, son las personas mismas.
Construir un entorno que apoye la lucha palestina es la clave para romper esta ignorancia. Los gobiernos no pueden hacer esto solos si la gente no tiene ese deseo de compartir.
Cuando evaluamos a los países individuales, el problema radica principalmente en los propios gobernantes, que prohíben las protestas, festivales, conferencias y muchas otras formas de concientización pro-Palestina.
Hasta que esos gobernantes sean derrocados.
La excepción ha sido un puñado de países. Irak, la República Islámica de Irán, Líbano y, lo más importante, Yemen. Yemen, el país más pobre de la región de Asia Occidental, es un caso muy único.
Cada viernes, la gente inunda las calles de todas las principales ciudades del país, manifestándose en apoyo a Palestina. Estas concentraciones han crecido en tamaño a medida que avanza la guerra genocida en Gaza, que ya ha cobrado la vida de más de 45 400 palestinos, la mayoría niños y mujeres.
A nivel gubernamental, la coalición liderada por Ansarolá en Saná asegura que los ataques del régimen sionista, Estados Unidos y el Reino Unidos no afectarán su apoyo a Palestina “cueste lo que cueste”.
Cada jueves, el líder de Ansaralá, Seyed Abdulmalik Badreddin al-Houthi pronuncia un discurso sobre los desarrollos regionales.
Esto es lo que hizo Seyed Nasralá en sus discursos, dividiéndolos en segmentos que dejaban claro lo que estaba ocurriendo y cuáles deberían ser las posiciones de Hezbolá y del mundo islámico.
Seyed Abdulmalik al-Houthi ha asumido este papel. Ha llenado el vacío dejado por el líder icónico de Hezbolá.
Las Fuerzas Armadas de Yemen han impuesto una prohibición a los barcos israelíes y afiliados de transitar por el mar Rojo para atracar en el puerto de Eilat, así como aquellos que intentan llegar a otros muelles israelíes en el mar Arábigo.
Las FF.AA. yemeníes están atacando Tel Aviv, eludiendo los sistemas interceptores de misiles de CENTCOM y los sionistas con misiles balísticos hipersónicos a una tasa mucho mayor ahora, junto con ataques con drones.
“En esta batalla santa y humanitaria, nada nos detendrá”, prometió recientemente el portavoz militar yemení, el general de brigada Yahya Sari. Sus declaraciones llegan cada vez que los yemeníes atacan.
En esencia, Yemen ha asumido el papel de Hezbolá con todos los ingredientes correctos para convertirlo en una fuerza formidable dentro del Eje de Resistencia contra el eje sionista-estadounidense de genocidio.
El pueblo, el gobierno, las fuerzas armadas y un líder inspirador superaron las expectativas de los observadores regionales, pero estuvieron a la altura del discurso del mártir Saeyed Hasan Nasralá de abril de 2015.
Para los sionistas, Yemen no es Líbano ni Gaza. Atacar el Aeropuerto Internacional de Saná un jueves requirió que los aviones de guerra realizaran un viaje de 2000 kilómetros de ida y vuelta.
En la noche del jueves, un misil hipersónico yemení golpeó el Aeropuerto Ben Gurion, el aeropuerto más transitado de los territorios palestinos ocupados, hiriendo a decenas de colonos.
Cuando tantas potencias regionales y occidentales libraron ocho años de guerra contra Yemen y perdieron, el régimen sionista contempla más del doble de ese tiempo para intentar tener algún impacto en la resistencia yemení.
Además, las bases militares estadounidenses esparcidas por la región están dentro del alcance de los misiles yemeníes. Esto es algo de lo que los funcionarios de Ansarolá han hablado.
Más importante aún (aparte de la confusión del Pentágono sobre la velocidad de los misiles yemeníes), cuando llegue el momento adecuado, Saná cerrará el estrecho de Bab El-Mandab.
Eso será un regalo bienvenido para el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, cuando los precios del petróleo se disparen a 200, 300, tal vez 500 dólares por barril.
“Los paralizaremos (a Yemen) hasta que aprendan lo que aprendieron Hamas (Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina) y Hezbolá”, se jactó el primer ministro del régimen israelí, Benjamin Netanyahu, entre otras afirmaciones embarazosas sobre derrotar al Eje de Resistencia.
Los hechos sobre el terreno destacan una realidad completamente diferente, pero buena suerte conquistando Yemen o abriendo el puerto de Eilat, que ha quebrado como resultado de una decisión tomada en Saná sobre el mar Rojo.
* Wesam Bahrani es un periodista y comentarista iraquí.
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