¿Por qué ha fracasado el alto el fuego?
Muin Rabani
Fuente: Why the Gaza truce failed, Al Jazeera, 20/08/2014
Seguramente, pasará un tiempo antes de que nos enteremos de los detalles de las negociaciones de El Cairo sobre un alto el fuego en Gaza, que fracasó este martes. Israel dice que los grupos armados palestinos lanzaron unos cohetes. Los palestinos acusan a Israel de sabotear las conversaciones porque creía que tenía una rara oportunidad para asesinar al jefe militar de Hamas Mohamed Deif, disparando siete misiles guiados contra una casa de la urbanización Sheij Raduan, de la ciudad de Gaza, que mataron a la esposa y al hijo de Deif.
Aunque el argumento palestino sobre el fallido asesinato de Deif fuera correcto, no explica por qué varias semanas de negociaciones en El Cairo entre las dos partes no han concluido en un acuerdo. Tampoco es una explicación señalar la parcialidad de Egipto como mediador debido a su animosidad contra Hamas. Una vez que comenzaron las conversaciones, el interés primordial de Egipto era asegurar su éxito y confirmar su posición como único mediador. De hecho, con el fin de facilitar el éxito de las negociaciones, Egipto presentó modificaciones sustanciales de la propuesta inicial, que había coordinada con el ex primer ministro británico Tony Blair y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y que había sido rechazada por Hamas.
Una explicación más convincente de la reanudación de las hostilidades se refiere a los escasos logros del ejército israelí. A pesar de las condiciones que la mayoría de los planificadores militares consideraban muy favorables (un enemigo mal equipado y encerrado en un minúsculo territorio, donde Israel tiene desplegados unos importantes servicios de inteligencia), el estado judío no alcanzó ningún objetivo importante después de varias semanas de bombardeos casi continuos y una limitada invasión terrestre. Y eso sin que hubiera presiones en contra a nivel doméstico, regional e internacional. Incapaces de propinar un serio revés a los grupos armados palestinos, ni siquiera desmoralizarles, el gobierno israelí se vio reducido a presentar el número de víctimas, que la ONU dice que son mayoritariamente civiles, y la destrucción de barrios residenciales como victorias militares. La búsqueda por parte de Netanyahu de una victoria en la mesa de negociaciones de El Cairo que no había conseguido en el terreno en Gaza estaba condenada al fracaso de antemano.
Las informaciones disponibles procedentes de las conversaciones de El Cairo indican que la delegación palestina fue flexible sobre la puesta en práctica de cualquier acuerdo, en el supuesto de que este implicara la eliminación, y no una mera relajación, del bloqueo que sufre la Franja de Gaza. Pero un acuerdo de ese tipo, a pesar de que pudiera contar con el consenso internacional para poner fin al bloqueo, colocaría al líder israelí en una situación muy problemática en su propia casa.
El analista Jalil Shahin, del grupo de estudios palestino Masarat, dijo: “Sería muy difícil que Netanyahu firmara un acuerdo cuyo elemento principal fuera el fin del bloqueo y no mencionara el desarme de los palestinos y lo presentara, además, como un triunfo”.
No solo se volvería contra él la opinión pública israelí, sino también —más aún después de que Deif consiguiera sobrevivir al intento de asesinarle— sus propios socios de gobierno. Todo eso quedó claro durante las conversaciones, cuando el ministro de asuntos exteriores Avigdor Lieberman, que ha defendido públicamente poner un tanque israelí en cada calle de Gaza y ha criticado al primer ministro por el manejo que ha hecho de la operación militar, filtró una copia de la propuesta egipcia de alto el fuego que Netanyahu y su ministro de defensa habían intentado ocultar a los miembros de su gabinete.
Shahin se pregunta si Israel estaba preparado para aceptar un acuerdo. “Incluso uno que satisficiera todas las condiciones de Israel habría sido concluido con una delegación palestina unificada, lo que supondría, de hecho, reconocer al gobierno de la Autoridad Palestina que Tel Aviv ha estado presionando a todo el mundo para que lo rechazara y cuya eliminación ha sido uno de sus principales objetivos”, dijo.
En abril, un acuerdo de reconciliación entre Hamas y Fatah dio paso a un gobierno controlado por Abas, pero compuesto por tecnócratas independientes, algo a lo que Israel se opuso fieramente. Ese acuerdo significaba que Hamas aceptaba que las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina controlaran los puestos fronterizos de Gaza.
Hamas y otros grupos armados palestinos se comprometieron a poner en marcha una guerra de desgaste si Israel se negaba a firmar un acuerdo que levantara el bloqueo, y cumplieron su amenaza esta semana al disparar una nueva salva de cohetes. Un portavoz militar de Hamas ha dicho que la mediación egipcia sigue su curso. A pesar de que la situación de la Franja de Gaza era ya desesperada antes de la ofensiva militar israelí, los grupos palestinos creen que la población de Gaza —que desea profundamente el fin del bloqueo— está más preparada que la sociedad y la economía israelíes para aguantar las alteraciones rutinarias de la vida diaria.
Así mismo, creen que Israel tendrá dificultades para intensificar sus ataques militares en Gaza, pues podría provocar disturbios generalizados en Cisjordania y entre los palestinos de Israel, ataques lanzados desde el Líbano y una creciente oposición de Occidente, que no quiere verse asociado con una campaña israelí que ya ha sido denunciada por haber cometido crímenes de guerra. Por si fuera poco, Israel se arriesgaría a complicar sus relaciones con El Cairo si se aleja de la mediación egipcia para un alto el fuego, en la que el gobierno de Al Sisi ha invertido su prestigio diplomático.
Israel se enfrenta ahora con tres opciones, según Hani Al Masri, director de Masarat. Podría retornar a la mesa de El Cairo, buscar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU similar a la que terminó con el conflicto del Líbano de 2006 (que requirió un desarme de Hizbolah que nunca se produjo) o declarar unilateralmente un cese de las hostilidades mientras relaja el bloqueo de forma significativa y permite iniciar la reconstrucción de la franja, dirigida por la Autoridad Palestina y la comunidad internacional. Masri señala que la oposición a un acuerdo con Hamas recorre todo el espectro político de las fuerzas que componen el gobierno de coalición israelí, desde Lieberman a la derecha hasta la centrista Tzipi Livni. Resulta más difícil predecir si Hamas aceptaría esas opciones o sería presionado a hacerlo por aquellos que pueden ofrecerle el fin de su aislamiento regional.
Masri no toma en serio la posibilidad de una invasión de Gaza a gran escala, porque el gobierno de Tel Aviv no tiene una estrategia de salida viable si se embarca en esa opción.
Aunque Netanyahu cerró las puertas al intento más reciente de Washington de resucitar un horizonte político a través de negociaciones con Abas, su ofensiva de Gaza ha vuelto a colocar en la agenda internacional, sin pretenderlo, la necesidad de una solución política al conflicto.
En su conferencia de prensa del 20 de agosto, en la que presumiblemente iba a anunciar el asesinato de Deif, Netanyahu dijo: “Creo que Abas tendrá un papel importante en el nuevo horizonte diplomático. Espero que iniciemos conversaciones con un gobierno palestino que abandone la senda del terror, y eso sería una parte de una apuesta mayor”. Es decir, un nuevo intento de romper la reconciliación entre Abas y Hamas que tantos dolores de cabeza está dando a Netanyahu, pero que probablemente será rechazado por los palestinos como un nuevo engaño. Ese mismo día, las fuerzas israelíes entraron en la casa que Jalida Yarrar, miembro del Consejo Legislativo Palestino, tiene en Al Bireh, situada a tan solo unos centenares de metros de la residencia presidencial de Abas, en un área en la que se supone que la Autoridad Palestina tiene plena jurisdicción, para entregarle una orden de destierro a Jericó.
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Muin Rabani es miembro del Instituto de Estudios Palestinos y coeditor de la revista Jadaliyya.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
Disenso
Fuente: Why the Gaza truce failed, Al Jazeera, 20/08/2014
Seguramente, pasará un tiempo antes de que nos enteremos de los detalles de las negociaciones de El Cairo sobre un alto el fuego en Gaza, que fracasó este martes. Israel dice que los grupos armados palestinos lanzaron unos cohetes. Los palestinos acusan a Israel de sabotear las conversaciones porque creía que tenía una rara oportunidad para asesinar al jefe militar de Hamas Mohamed Deif, disparando siete misiles guiados contra una casa de la urbanización Sheij Raduan, de la ciudad de Gaza, que mataron a la esposa y al hijo de Deif.
Aunque el argumento palestino sobre el fallido asesinato de Deif fuera correcto, no explica por qué varias semanas de negociaciones en El Cairo entre las dos partes no han concluido en un acuerdo. Tampoco es una explicación señalar la parcialidad de Egipto como mediador debido a su animosidad contra Hamas. Una vez que comenzaron las conversaciones, el interés primordial de Egipto era asegurar su éxito y confirmar su posición como único mediador. De hecho, con el fin de facilitar el éxito de las negociaciones, Egipto presentó modificaciones sustanciales de la propuesta inicial, que había coordinada con el ex primer ministro británico Tony Blair y el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu y que había sido rechazada por Hamas.
Una explicación más convincente de la reanudación de las hostilidades se refiere a los escasos logros del ejército israelí. A pesar de las condiciones que la mayoría de los planificadores militares consideraban muy favorables (un enemigo mal equipado y encerrado en un minúsculo territorio, donde Israel tiene desplegados unos importantes servicios de inteligencia), el estado judío no alcanzó ningún objetivo importante después de varias semanas de bombardeos casi continuos y una limitada invasión terrestre. Y eso sin que hubiera presiones en contra a nivel doméstico, regional e internacional. Incapaces de propinar un serio revés a los grupos armados palestinos, ni siquiera desmoralizarles, el gobierno israelí se vio reducido a presentar el número de víctimas, que la ONU dice que son mayoritariamente civiles, y la destrucción de barrios residenciales como victorias militares. La búsqueda por parte de Netanyahu de una victoria en la mesa de negociaciones de El Cairo que no había conseguido en el terreno en Gaza estaba condenada al fracaso de antemano.
Las informaciones disponibles procedentes de las conversaciones de El Cairo indican que la delegación palestina fue flexible sobre la puesta en práctica de cualquier acuerdo, en el supuesto de que este implicara la eliminación, y no una mera relajación, del bloqueo que sufre la Franja de Gaza. Pero un acuerdo de ese tipo, a pesar de que pudiera contar con el consenso internacional para poner fin al bloqueo, colocaría al líder israelí en una situación muy problemática en su propia casa.
El analista Jalil Shahin, del grupo de estudios palestino Masarat, dijo: “Sería muy difícil que Netanyahu firmara un acuerdo cuyo elemento principal fuera el fin del bloqueo y no mencionara el desarme de los palestinos y lo presentara, además, como un triunfo”.
No solo se volvería contra él la opinión pública israelí, sino también —más aún después de que Deif consiguiera sobrevivir al intento de asesinarle— sus propios socios de gobierno. Todo eso quedó claro durante las conversaciones, cuando el ministro de asuntos exteriores Avigdor Lieberman, que ha defendido públicamente poner un tanque israelí en cada calle de Gaza y ha criticado al primer ministro por el manejo que ha hecho de la operación militar, filtró una copia de la propuesta egipcia de alto el fuego que Netanyahu y su ministro de defensa habían intentado ocultar a los miembros de su gabinete.
Shahin se pregunta si Israel estaba preparado para aceptar un acuerdo. “Incluso uno que satisficiera todas las condiciones de Israel habría sido concluido con una delegación palestina unificada, lo que supondría, de hecho, reconocer al gobierno de la Autoridad Palestina que Tel Aviv ha estado presionando a todo el mundo para que lo rechazara y cuya eliminación ha sido uno de sus principales objetivos”, dijo.
En abril, un acuerdo de reconciliación entre Hamas y Fatah dio paso a un gobierno controlado por Abas, pero compuesto por tecnócratas independientes, algo a lo que Israel se opuso fieramente. Ese acuerdo significaba que Hamas aceptaba que las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina controlaran los puestos fronterizos de Gaza.
Hamas y otros grupos armados palestinos se comprometieron a poner en marcha una guerra de desgaste si Israel se negaba a firmar un acuerdo que levantara el bloqueo, y cumplieron su amenaza esta semana al disparar una nueva salva de cohetes. Un portavoz militar de Hamas ha dicho que la mediación egipcia sigue su curso. A pesar de que la situación de la Franja de Gaza era ya desesperada antes de la ofensiva militar israelí, los grupos palestinos creen que la población de Gaza —que desea profundamente el fin del bloqueo— está más preparada que la sociedad y la economía israelíes para aguantar las alteraciones rutinarias de la vida diaria.
Así mismo, creen que Israel tendrá dificultades para intensificar sus ataques militares en Gaza, pues podría provocar disturbios generalizados en Cisjordania y entre los palestinos de Israel, ataques lanzados desde el Líbano y una creciente oposición de Occidente, que no quiere verse asociado con una campaña israelí que ya ha sido denunciada por haber cometido crímenes de guerra. Por si fuera poco, Israel se arriesgaría a complicar sus relaciones con El Cairo si se aleja de la mediación egipcia para un alto el fuego, en la que el gobierno de Al Sisi ha invertido su prestigio diplomático.
Israel se enfrenta ahora con tres opciones, según Hani Al Masri, director de Masarat. Podría retornar a la mesa de El Cairo, buscar una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU similar a la que terminó con el conflicto del Líbano de 2006 (que requirió un desarme de Hizbolah que nunca se produjo) o declarar unilateralmente un cese de las hostilidades mientras relaja el bloqueo de forma significativa y permite iniciar la reconstrucción de la franja, dirigida por la Autoridad Palestina y la comunidad internacional. Masri señala que la oposición a un acuerdo con Hamas recorre todo el espectro político de las fuerzas que componen el gobierno de coalición israelí, desde Lieberman a la derecha hasta la centrista Tzipi Livni. Resulta más difícil predecir si Hamas aceptaría esas opciones o sería presionado a hacerlo por aquellos que pueden ofrecerle el fin de su aislamiento regional.
Masri no toma en serio la posibilidad de una invasión de Gaza a gran escala, porque el gobierno de Tel Aviv no tiene una estrategia de salida viable si se embarca en esa opción.
Aunque Netanyahu cerró las puertas al intento más reciente de Washington de resucitar un horizonte político a través de negociaciones con Abas, su ofensiva de Gaza ha vuelto a colocar en la agenda internacional, sin pretenderlo, la necesidad de una solución política al conflicto.
En su conferencia de prensa del 20 de agosto, en la que presumiblemente iba a anunciar el asesinato de Deif, Netanyahu dijo: “Creo que Abas tendrá un papel importante en el nuevo horizonte diplomático. Espero que iniciemos conversaciones con un gobierno palestino que abandone la senda del terror, y eso sería una parte de una apuesta mayor”. Es decir, un nuevo intento de romper la reconciliación entre Abas y Hamas que tantos dolores de cabeza está dando a Netanyahu, pero que probablemente será rechazado por los palestinos como un nuevo engaño. Ese mismo día, las fuerzas israelíes entraron en la casa que Jalida Yarrar, miembro del Consejo Legislativo Palestino, tiene en Al Bireh, situada a tan solo unos centenares de metros de la residencia presidencial de Abas, en un área en la que se supone que la Autoridad Palestina tiene plena jurisdicción, para entregarle una orden de destierro a Jericó.
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Muin Rabani es miembro del Instituto de Estudios Palestinos y coeditor de la revista Jadaliyya.
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
Disenso
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