Jutba del maqam de Musa 4
La luz de la creación va ascendiendo hasta su cénit, mostrándose allí incapaz de permanecer, ni siquiera por un momento
13/09/2002 - Autor: Hashim Cabrera - Fuente: Webislam
Separación es visión, es fikr, es diversidad, alteridad, espacio, temor y ansiedad… unión es unicidad, realización, confianza y tiempo.
Gracias a Allah, que nos permite comprender Sus signos y llena con ellos de sentido nuestra existencia, que es, en realidad la Suya. Alhamdulillah.
Gracias a Allah, que nos ayuda a comprender las estaciones espirituales, lasmaqamat de los profetas, la paz sea con ellos, no tanto como personajes de una historia sino como expresiones de la realización humana, indiferente al tiempo y al lugar, como un patrimonio vital y espiritual que nos regala a todos los seres humanos.
Ahora nos encontramos en el maqam de Musa, la paz sea con él, estación de la luz blanca y ardiente que alumbra el coloquio íntimo del siervo con el Señor. La luz blanca de duhr va desvelando al Musa de nuestro ser, el centro sutil de nuestro secreto, lalatifa sirriyya que está en el punto de equilibrio de nuestro cuerpo, en el plexo solar, allí donde nuestros nervios luminosos se juntan tejiendo el puente que nos relaciona con los mundos.
La luz blanca de duhr, en su máxima pureza y cenitalidad, casi no produce sombras. El tayali de Allah como fuego ardiente es el de la Realidad Única que acaba con cualquier sombra, con cualquier proyección, que no permite ninguna contigüidad, ninguna fijeza.
La luz de la creación va ascendiendo hasta su cénit, mostrándose allí incapaz de permanecer, ni siquiera por un momento, ocupando el lugar de su Creador, que así va desvelándoSe como ese tesoro oculto que quiere ser descubierto, en este caso, en el interior de quienes atienden a Sus ayat. En el Sura de la Abeja, Allah nos dice:
"¿No se han parado jamás a considerar ninguna de las cosas que Allah ha creado? ¿Cómo sus sombras se vuelven a derecha e izquierda, postrándose ante Allah sumisas por completo a Su voluntad?"
(Sura 16, An Nahl, La abeja aya 48)
Y de la misma manera que leemos el Ynyil que hay en el Qur’an, podemos también leer en la Recitación la revelación hecha a Musa, la paz sea con él, la Torah. En un comentario sobre los cuarenta hadices, el imam Jomeini cita un hadiz de Abu Ya’far que dice lo siguiente:
"En la Torah que no ha sido alterada está escrito que Musa, la paz sea con él, le preguntó a su Señor: ‘¡Oh señor! Dime: ¿Estás cerca de mí para que te susurre mis súplicas o estás lejos para que te implore en voz alta?’ Entonces Allah le reveló: ‘Oh Musa, Yo soy el compañero de quien me recuerda.’ Musa, la paz sea con él, dijo: ¿Quiénes estarán bajo Tu protección el día en que no haya más protección que la Tuya? Él, Exaltado Sea, respondió: ‘Aquellos que Me recuerdan a Mí y Yo les recuerdo a ellos; aquellos que se aman mutuamente por mí y Yo les amo. Ellos son a quienes recuerdo cuando quiero golpear a las gentes de este mundo con la aflicción, y por ellos les libro de ella’."
(Sobre el Recuerdo de Allah. Imam Jomeini. Traducción de Salim Algora)
Encontramos en el Qur’an algunas expresiones paradójicas que conforman el maqam de Musa. La aparente dualidad de la vara y de la serpiente, como expresión de que la creación es sólo visión, apariencia y cambio incesante, la relación indisoluble entreShariah y Haqiqa, que es la misma que encontramos en la relación del siervo con su Señor. Musa, la paz sea con él, habita un maqam de incertidumbre, de temor, de búsqueda y de trascendencia, un barzaj de visión paradójica e inacabable. No sabe dónde está Allah aunque Allah le hable. No sabe desde dónde le habla. Musa no conoce a Isa, como Muhámmad, que los conocía a todos por sus nombres y por susmaqamat.
Allah es el tesoro escondido que quiere ser conocido, y nos crea a las criaturas para hacernos conscientes de Él, que es la Realidad. El maqam de Musa es la estación de la Realidad que se revela a Sí misma en una intimidad a plena luz, del tesoro que quiere ser descubierto en el rincón más profundo del corazón humano, en lo mas cercano. Por eso Musa, la paz sea con él, no ve a Allah en la zarza sino Su tayalli, una manifestación, un desvelamiento. Musa hace a Allah la pregunta ‘¿Dónde estás?’ ¿Estás lejos o estás cerca? ¿A quién protegerás con Tu luz? Pide con ansiedad una respuesta. Y Allah le revela el secreto del dhikr, la vía del Recuerdo. Sólo aquellos que meditan y reflexionan en el desierto reciben este regalo luminoso. Sólo busca a Allah quien se siente en olvido en su visión, quien sufre el olvido en su visión y se da cuenta. De aquellos que están velados por su visión nos dice Allah en el Qur’an:
"Pero quien se aparte de Mi recuerdo tendrá una vida de estrechas miras; y en el Día de la Resurrección le haremos comparecer ciego. Preguntará: ‘¡Oh Sustentador mío! ¿Por qué me has hecho comparecer ciego, si estaba dotado de visión?’. Allah responderá: ‘¡Así es: te llegaron Nuestros ayat, pero te olvidaste de ellos; y así hoy eres tú relegado al olvido!’."
(Qur’an, Sura 20 Ta Ha, Oh Hombre. Ayat 124-126)
Esta contundente aya nos hace revivir la más honda soledad en el olvido, porque ¿Qué forma podemos olvidar, qué momento, qué mirada, que voz o que paisaje, sin olvidar a Allah al mismo tiempo? Cuando olvidamos Sus signos, Sus ayats, Sus señales, nos sentimos abandonados y olvidados. ¿Dónde estás, Señor? ¿Lejos, cerca, fuera o dentro? ¿Dónde Te ocultas? Y Allah nos dice que está más cerca de nosotros que nuestra yugular. Y a pesar de todo seguimos buscando sin cesar, sin encontraLe, en este árido maqam de la luz plena de duhr.
La visión precede al Recuerdo, el fikr —la meditación, la contemplación— es la condición del dhikr. El encuentro en la Unicidad nos ocurre tras la experiencia de la separación. Separación es visión, es fikr, es diversidad, alteridad, espacio, temor y ansiedad… unión es unicidad, realización, confianza y tiempo. El olvido de Allah, el nisyán, hace que la vida del ser humano pierda sentido y se ensombrezca.
Nos encontramos en la profundidad del desierto. Cuando nos damos cuenta de nuestra situación desolada y ensombrecida buscamos la luz, buscamos la palabra. Pero no la encontramos en el mundo. Sentimos que la luz del mundo, la palabra del mundo, es un tayali, un eco que nos recuerda sin cesar su Fuente, el manantial de todas las Luces y Palabras, sin descanso ni tregua. Surge entonces el dhikr entre las llamas de la zarza, haciéndonos sentir y comprender, trascendiendo las apariencias, que tras las llamas late la Realidad. Y la queremos porque somos reales, porque toda la creación de Allah no cesa de adorarLe y porque Él es el Sabio que nos enseña sin cesar.
El Musa de nuestro ser es la ansiedad de nuestras miradas extendiéndose por las soledades del desierto en busca de una respuesta vital, es la ansiedad de Hayyar oteando las dunas, es la eclosión del Recuerdo, es el Recuerdo mismo, el dhikr Allah.
Allah lleva a Musa hasta el límite de su ansiedad para regalarle el tayali de la zarza, para suscitar en su corazón la necesidad de encontrarLe. Así le enseña el dhikr, el Recuerdo. Musa ha sentido la imposibilidad de ver a Allah y se ha aterrorizado y ensombrecido. Sus ojos ven pero su corazón sigue ansioso. Allah entonces lo tranquiliza acercándolo a Él, revelándoSele en Su Recuerdo. En el Qur’an Musa Le dice a Allah:
"Abre mi corazón a Tu luz, y facilítame mi misión, y suelta el nudo de mi lengua."
(Sura 20 Ta Ha, Oh hombre, aya 25)
Allah da a Musa lo que Le pide, porque Él es su creador y conoce su maqam y sus necesidades reales. Musa está llamando al Isa y al Muhámmad de su ser, a dos profetas que no conoce. El maqam de Musa, la paz sea con él, es el umbral de lasmaqamat de Isa y de Muhámmad, la paz sea con ellos. Por esa razón, el Ihsán del Recuerdo, la excelencia del maqam de Muhámmad, tranquiliza al Musa de nuestro ser, calma nuestra ansiedad anímica y espiritual. En un hadiz hasan de At Tirmidí se narra lo siguiente:
"Preguntó un hombre: ‘Oh mensajero de Allah: las formas del sometimiento a Allah son muchas. Dime algo a lo que me pueda aferrar.’
El profeta dijo: ‘Que tu lengua se mantenga húmeda con el recuerdo de Allah."
(Riyadh As Salihin. Transmitido de Abdullah Ibn Busrin)
El nudo de la lengua seca de Musa se suelta y humedece con el dhikr, con el recuerdo de Allah. Esa era la respuesta que Musa necesitaba y que todos nosotros necesitamos, la eclosión del Recuerdo, el principio de un despertar luminoso y fluido, que afecta a todo nuestro ser, a todo nuestro cuerpo. La búsqueda es una petición, una insatisfacción, una rebeldía. El Recuerdo es una dádiva, una satisfacción, un contentamiento. En un hadiz de Muslim, transmitido por Abu Dahr, el profeta dice:
"Es obligatorio dar, por cada una de vuestras articulaciones, una sádaqa, para agradecer a Allah por ella. Eso es posible porque decir ‘subhana Allah’ es sádaqa, decir ‘Alhamdulilah es sádaqa, o decir ‘la illaha illa Allah’ es sádaqa y cada ‘Allahu akbar’ es sádaqa. Recomendar hacer el bien es sádaqa, prohibir lo ilícito es sádaqa. Y cada una equivale a dos rakaa de los que se rezan en el salat de duhr."
La luz del dhikr es más intensa que la luz de duhr. El recuerdo es superior a la visión, la culminación del fikr es el dhikr. Sin recuerdo, la contemplación no tiene sentido. Cuando Adam, la paz sea con él, contempla el mundo hace tauba, recuerda súbitamente a su Señor y pide la magfira. La magfira de Allah, nuestra reconciliación con Él, nuestra experiencia del tauhid, es la conciencia que Él tiene de nosotros, Sus criaturas, una conciencia que despierta en cada una de nuestras articulaciones, en cada una de nuestras lataif. El dhikr es un desperezamiento.
Oh Señor nuestro: Háznos desear con fuerza Tu Recuerdo.
Despereza nuestras articulaciones, nuestras lataif, y ayúdanos a cruzar el desierto con el agua de tu Recuerdo.
Amin.
2.
El Musa de nuestro ser es el umbral de nuestra conciencia superior. Es el maqamdonde comprendemos que no podemos ir más allá en el acercamiento a nuestro Señor, allí donde Le sentimos como Ar Rahim. Es el límite de nuestra visión que se deshace en el Recuerdo, entre las llamas de la zarza de la Realidad, entre Su tayalli. Para trascender esta estación necesitamos a Muhámmad, la paz sea con él, que es el único profeta y mensajero que ascendió más allá del árbol del límite. El Muhámmad de nuestro ser es la conciencia que nos procura la Revelación, que nos devuelve las ayats olvidadas en la visión:
"Así pues, cuando el Qur’an esté siendo recitado, prestad atención y escuchad en silencio, para que seáis agraciados con la Rahma de Allah.
Y recuerda a tu Sustentador humildemente y con temor, y sin alzar la voz; recuérdale mañana y tarde, y no te permitas ser negligente.
Ciertamente, quienes están próximos a tu Sustentador no tienen a menos adorarle; proclaman Su infinita gloria y se postran sólo ante Él."
(Sura 7, Al-Aaraf, La Facultad del Discernimiento, ayat 204-206)
No existe ningún misterio. El secreto se va descubriendo en forma de recuerdo, de retorno de la Realidad a la Realidad. La forma de ver a Allah es no viéndoLe. "Lan taraní", no Me verás, le dice a Musa. Y así Le encuentra, en la posibilidad de subsistir en Su Presencia por su Rahma, por Su Magfira.
El dhikr está íntimamente asociado a la palabra divina, al kalam. Es Su tayalli, de la misma manera que la zarza ardiente es el paradójico tayalli de la Esencia. El Nafas Rahmani, el Aliento del Misericordioso se propaga en el mundo, es el mundo en permanente creación. Cuando hacemos dhikr, el Aliento del Rahmán nos atraviesa y recorre como un talismán, proyectándose en todas las cosas. El tesoro va así descubriéndose en nuestro interior, como Ar Rahim, como una respiración acompasada, como un aliento que se está creando a sí mismo sin cesar.
Kalam es, al mismo tiempo, palabra y herida, espada que atraviesa y articulación que provoca existencia en el sufrimiento. Mediante el kalam, Allah Se nombra a Sí mismo, se actualiza en nosotros, Se revela en nuestro interior, que es así abierto a la creación.Qur’an no significa escritura sino recitación, palabra recitada, dicha, nombrada. Por eso Musa, la paz sea con él, pide a Allah que suelte el nudo de su lengua, para poder articular el dhikr, para que su lengua pueda contener el tayalli de Allah en el mundo de la generación y del sufrimiento y así reconducirlo a su principio, llevarlo a su liberación.
Musa va necesitar de ese dhikr, de ese recuerdo de la zarza ardiente de su visión en forma de palabra, para liberar a su pueblo de las cadenas del mundo, de la magia de Faraón. Necesita recordar su paradójica visión para poder conducirnos por el desierto que él tan bien conoce.
Ibn ‘Arabi nos dice que la palabra dhikr está relacionada con dhakr, macho, principio activo y penetrante. El dhikr es entonces la presencia del principio creador y generador dentro del mundo de la manifestación, que es la matriz donde se generan las formas, las apariencias y los seres. El dhikr ordena el mundo, lo fertiliza reconduciéndolo a su principio.
Nuestras almas son una creación del Nafas Rahmani, del aliento amoroso del Rahmán. Esa compasión, ese suspiro amoroso de Allah es como la contracción del útero de la madre cuando está dando a luz, son esos vínculos de sangre que Musa, la paz sea con él, ha necesitado conocer en profundidad para no quedar prisionero de su visión.
El amor es el fundamento de toda creación. Hubb, amor, viene de la misma raíz quehabb, semilla. El conocimiento del Amor que Allah siente por su creación implica un conocimiento de los lazos de la sangre, y por eso Musa, la paz sea con él, vive el exilio de su madre, de su tierra, de su comunidad y de Su Señor. Ese exilio lo hace capaz de sentir el tayali de la Realidad en la más pura de las luces, en la luz blanca que provoca el bello arco iris de los nombres divinos, de las tribus y las lenguas diversas, de los colores de la creación de la que formamos parte.
El dhikr llega hasta Musa, la paz sea con él, hasta el fondo de su corazón desolado en el Sinaí. El dhikr ayuda al Musa de nuestro ser a salir del desierto de las apariencias, la zarza ardiente del dhikr ilumina la noche del alma. Naim Kobra dice lo siguiente:
"Cuando el dhikr se sumerge en el corazón, éste se siente entonces como si fuera un pozo, y el dhikr como un cubo que desciende a él para coger el agua."
El dhikr va soltando nuestras lenguas, nuestras lataif, esos centros sutiles que se van despertando poco a poco o súbitamente. "Su fuego no deja de arder, sus luces ya no se extinguen."
Oh Señor nuestro: Procúranos sin cesar Tu Recuerdo.
Humedece nuestras lenguas con Tu Recuerdo.
Protégenos del olvido.
Amin.
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