Islamofobia en la España contemporánea
Cuanto más se invisibiliza a la comunidad musulmana en España, más fuerte son los grupos extremistas
28/11/2014 - Autor: Emilio López - Fuente: Webislam
El cierre por la alcaldesa de Griñón del único cementerio musulmán de la zona centro de España, que daba servicio a más de 250.000 musulmanes Españoles e inmigrantes, ha puesto de manifiesto hasta qué punto viven los dirigentes políticos españoles de espaldas a la comunidad islámica y lo poco que les importa sus problemas.
El hecho que sería inaudito en cualquier otro país, ha provocado que al menos nueve cadáveres permanezcan en cámaras congeladoras con todo el dolor que conlleva para sus familiares.
La primera respuesta dada por la alcaldesa de Griñón ha sido declarar que "en un año ya no hubiesen cabido más cuerpos en este lugar”, y ofrecer como alternativas, “otros cementerios de otras comunidades”. Los muertos no son una mercancía y a nadie le gusta tener enterrado a sus padres, hermanos e hijos lejos, por la ineptitud de una alcaldesa que debería haber dimitido ya.
El daño que se hace a la comunidad islámica, es un reflejo de la islamofobia “light, habitual y normalizada” que existe en España, un país que no se reconoce islamófobo.
Cuanto más se invisibiliza a la comunidad musulmana en España, más fuerte son los grupos extremistas, que encuentran en esta hostilidad su razón de ser y una justificación ideológica para su visión estrecha y deformada del islam, culpando a occidente de todos sus males. La intolerancia se retroalimenta, esa es una lección que debemos aprender.
En una sociedad moderna, debería haber zonas de todos los cementerios públicos para las personas fallecidas de diferentes religiones, y eso que debería ser algo habitual en toda España, no lo es. Debería haber más concejales musulmanes, y de otros colectivos minoritarios, pero no los hay. Este hecho es el reflejo de una sociedad enferma que no admite en sus instituciones a las minorías, y que en el fondo siente rechazo y miedo contra ellas.
Los atentados del 11 de marzo de 2004 realizados por una célula de terroristas yihadistas, que causaron el fallecimiento de 192 personas, y ocasionaron heridas a 1858, ocasionaron una ola silenciosa de islamofobia contra la población musulmana de España.
Entre enero del 2004 y mayo del 2.005, la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil, registro 30 agresiones que podrían describirse como "antimusulmanas". Ataques a musulmanes en Zaragoza, Madrid, Algeciras o Beniajan (Murcia), actos vandálicos por parte de un grupo neonazi contra una mezquita en Reus (Tarragona) y otro similar en Cartaza (Huelva).
En fbrero del 2.005, Azzouz Hosni murió apuñalado de madrugada en el El Ejido (Almería). El secretario general del SOC, Diego Cañamero, reclamó en un comunicado al delegado del Gobierno en Andalucía, que "de una vez por todas, tome medidas para frenar la escalada de violencia de grupos fascistas en El Ejido".
El 6 de abril del 2.010, un joven encapuchado roció el rostro de Adil Sabil, con liquido abrasante, que le ocasionó graves heridas y secuelas estéticas y de visión. Adil Sabil se encontraba se encontraba dejando su bicicleta en las puertas del Centro Cultural Islámico de Albacete.
La víctima fue elegida al azar y el ataque vino precedido por pintadas xenófobas, manchas con aceite quemado en las puertas del Centro Cultural Islámico. Además, y esvásticas dibujadas todos los sábados en la fachada de la mezquita y en los portales cercanos. El hecho pasó desapercibido en los medios de comunicación nacional, y solo tuvo repercusión local y regional. La propaganda precedió al ataque premeditado e islamófobo.
En julio del 2.014, el Alcalde de Vitoria, acusó a los colectivos magrebíes de vivir de las ayudas sociales y se refirió al mismo diciendo, “Algunas nacionalidades en nuestra ciudad viven principalmente de las ayudas sociales y no tienen ningún interés en trabajar o integrarse”.
Tratar al conjunto de la población magrebí o musulmana “como un peligro antisocial o una quinta columna de Al Qaeda, el ISIS o Boko Haram”, es contribuir a crear una psicosis social donde cualquier musulmán o simpatizante del islam es sospechoso de ser potencialmente antisocial o terrorista. Esto nos lleva a una nueva inquisición del pensamiento, donde las personas no pueden desarrollar libremente su espiritualidad islámica por miedo a ser señaladas como simpatizante o potencialmente terrorista. Este tipo de actitudes y miedos irracionales conduce al absurdo de pensar que todos los alemanes son potencialmente nazis, o todos vascos son potencialmente etarras. Abdelghani Er Ragab, joven musulmán internado en la Residencia de Ancianos de Palencia, tenia etiquetada su ropa con la palabra “moro”.
A través de Youtube, en internet, se pueden escuchar canciones, como “Muerte al Islam”, en cuya letra se dicen cosas como:
Durante 800 años invadidos por salvajes
De procedencia africana, De repugnante linaje
Siglos de duros combates para expulsarlos de Hispania
Este cáncer hoy ha vuelto retomemos la batalla
Que comience la batalla y el moro empiece a sangrar
¡Muerte al Islam! ¡Muerte al Islam!
Que esta canción se convierta en himno de odio racial.
Fanáticos religiosos, perturbados mentales
Está invadiendo España de forma vil y cobarde
La Ley Orgánica 7/1980, de 5 de julio, de libertad religiosa, establece en su artículo primero que el Estado garantizara el derecho fundamental a la libertad religiosa y de culto, reconocida en la Constitución, sin que las creencias religiosas puedan constituir motivo de desigualdad o discriminación, a pesar de lo cual los incidentes o ataques a mezquitas por toda España, no han cesado. El 8 de mayo del 2.012, el Alcalde de Vitoria, en respuesta a la normativa legal que permite abrir centros de culto religioso con capacidad menor de 300 personas sin permiso municipal previo, manifestó, “va a propiciar que surjan mezquitas como champiñones; donde hoy hay una frutería, mañana habrá un oratorio”. Los vecinos de un barrio de Tarrasa en junio del 2.012, redactaron un manifiesto para recoger firmas para impedir la construcción de una mezquita, en la que aludían al “ruido” y “movimiento inusual de vehículos” que conllevaría y el “conflicto” que podría producir “un colectivo con costumbres y cultura muy alejadas de la autóctona”. En septiembre del 2.012, la mezquita de Onda denuncia un intento de incendio de su centro.
A Shaima Saidani, la dirección del colegio Joan Puigbert-Annexa de Girona le prohibió vestir en clase el hiyab. Tenía 8 años. A Fátima Elidrisi con 13 años en el colegio católico Inmaculada Concepción, las monjas le negaron la asistencia a clase con velo.
Najwa Malha, de 16 años la dirección del instituto Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón (Madrid) no le permitió asistir a clase de 4º de la ESO. Zoubida Barik, abogada musulmana fue expulsada del estrado por el juez de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez por llevar el velo. En un país mayoritariamente católico donde desde siempre, se ha visto a las monjas, taparse el pelo y dar clases, es un despropósito incomprensible que se prohíba el uso del hiyab a las chicas de familias musulmanas que quieren usarlo voluntariamente. El uso de hiyab, no implica un problema de seguridad, sino que es un símbolo religioso.
La islamofobia podría recorrer la vida de un musulmán en España desde que nace, hasta su muerte, sin que figure en las estadísticas, ninguna de las hostilidades o agresiones que sufra.
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