¿Terroristas islámicos en México?
El Vie, 10 de Octubre de 2014, por José
Manuel Suárez-Mier
José Manuel Suárez-Mier
Columnista de la sección Dinero del
periódico Excelsior.
Con la misma regularidad que las
cigarras, que reaparecen con vigor inusitado cada cierto número de años, los
demagogos políticos en Estados Unidos denuncian el peligro inminente de ataques
terroristas provenientes de México cada vez que se acerca una elección, y
reiteran su solución favorita: sellar la frontera a piedra y lodo.
Esta temporada no podía faltar el
estruendo de los falsarios, pues habrá elecciones en noviembre próximo para
renovar la totalidad de la Cámara de Representantes, 435 curules; la tercera
parte del Senado, 33 escaños; gubernaturas en 38 de los 50 estados de la unión;
y legislaturas locales en 46 estados.
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Los grillos gringos ahora denuncian, ni
tardos ni perezosos, que terroristas afiliados al Estado Islámico de Irak y el
Levante (ISIS, por sus siglas en inglés), que apenas surgió a la atención
pública hace unas cuantas semanas, ya se encuentran en Ciudad Juárez planeando
los más perversos ataques sobre el territorio de EU.
Organizaciones ultrarreaccionarias como Judicial Watch publican que fuentes “de alto rango a
nivel federal encargadas de ‘inteligencia’ —vulgo, espionaje— y de hacer
cumplir la ley… confirman haber emitido boletines de alerta sobre un inminente
ataque terrorista en la frontera”.
Estas “fuentes gubernamentales,” nunca
identificadas por nombre por supuesto, “revelan que se ha confirmado que grupos
militantes de ISIS ya operan en Ciudad Juárez, famoso hervidero infestado de
narcotraficantes que se sitúa al otro lado de la frontera de El Paso” y que se
alistan a atacar poblaciones de EU con carros bomba. Por supuesto que no se han
enterado de la notable caída en la violencia en Juárez.
Se han sumado a difundir estos
fantasiosos rumores con fines políticos quienes aspiran a posicionarse como
candidatos presidenciales en 2016, como el gobernador de Texas, Rick Perry, —que ni siquiera pudo enumerar las tres entidades
burocráticas que él cerraría de un gobierno federal con 500 agencias
independientes— y los senadores Marco Rubio (Florida) y Ted Cruz (Texas), ambos de origen cubano.
Aun más amarillista y desmedido que los
ya citados, el diputado Duncan Hunter, de California
denunció el martes pasado que personal —una vez más nunca identificado— de la
patrulla fronteriza le había informado que al menos diez terroristas ya habían
sido capturados al cruzar la frontera hacia Texas desde México.
Estos infundios han sido negados
sistemáticamente por las agencias especializadas en proteger la seguridad
nacional de Estados Unidos en la ciudad de Washington, lo que no ha servido
para disuadir a los charlatanes que insisten en la necesidad de “asegurar la
frontera” como una forma barata de conseguir votos de sus electores.
Nada de esto es nuevo y no debe
sorprendernos. Aun antes de los ataques terroristas de septiembre de 2001 hubo
rumores igualmente sin fundamento, como lo avala el Centro Nacional
Contraterrorismo en su calendario para este año al revisar las 18 cábalas
terroristas para atacar suelo de EU identificadas en los últimos 40 años.
Seis casos han involucrado a oriundos
de EU y un séptimo implicó a un ciudadano naturalizado. En cinco casos los
conspiradores viajaron de Pakistán, en dos lo hicieron de Canadá y en dos más
de Arabia Saudita. También hubo conspiradores provenientes de Alemania,
Austria, Bélgica, Francia, Sudán, Tailandia y la URSS. Desde México, ninguno.
Un vendedor de coches usados, ciudadano
de EU nacido en Irán, fue sentenciado a 25 años en prisión en 2013 por maquinar
el asesinato del embajador de Arabia Saudita en EU en el Café Milano, uno de
mis restaurantes favoritos en Washington, mediante la contratación de
gatilleros de la banda de los Zetas en nuestro país.
La idea era poner una bomba en el
restaurante, pagándole 1.5 millones de dólares provenientes del gobierno de
Irán a los ejecutores, pero el iranio-americano nunca llegó a conectarse con
nadie más allá de un agente embozado de la DEA en México. Cuando este individuo
viajó a nuestro país, se le impidió el ingreso y se le regresó a Nueva York,
alertando de paso a las autoridades de EU que lo arrestaron al llegar.
La presión de los demagogos no ha sido
totalmente inservible, sin embargo, pues ha resultado en gastos exorbitantes
para construir una inútil barda en la frontera y elevar el número de
patrulleros fronterizos a cerca de 20 mil, lo que no resuelve el problema del
terrorismo y probablemente lo exacerbe al distraer recursos escasos de otros
menesteres con mucho mayor rendimiento en el combate contra los fanáticos.
El autor es
economista residente y catedrático de la Escuela de Servicio Internacional y
director del Centro de Estudios para Norteamérica de la American University en
Washington, D
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