EEUU, Rusia y la UE deben actuar unidos para derrocar al IS
EL DERRIBO del caza ruso SU-24, abatido ayer por dos F-16 de las Fuerzas Armadas de Turquía en la frontera turcosiria, abre un nuevo frente de tensión e inestabilidad
entre el grupo de potencias que lucha contra el Estado Islámico (IS).
El avión, uno de los utilizados por Rusia desde que iniciase en
septiembre su campaña de bombardeos contra las diferentes fuerzas
rebeldes que pretenden derrocar al Gobierno de Asad, entre ellas el IS,
habría violado, según Ankara, el espacio aéreo turco y sólo habría sido
atacado tras haber sido advertido hasta en 10 ocasiones. Esta versión
fue confirmada a última hora de ayer por Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, de la que Turquía es un destacado miembro.
A la espera de una investigación que aclare las verdaderas razones de lo sucedido, parece claro que el caza del ejército ruso, cuyos dos pilotos han muerto en el ataque, no suponía ningún peligro inminente para la seguridad de Turquía. Detrás de la operación podrían estar las diferencias de los miembros de la comunidad internacional sobre la estrategia a seguir en la guerra de Siria. Turquía, para quien el IS también supone una amenaza en la región, no está dispuesta, sin embargo, a que el régimen de Asad salga reforzado de la actual coyuntura, posición que comparte con EEUU, que exige la caída de la sanguinaria dictadura alauí. Rusia e Irán, por su parte, opinan que Asad es un aliado incómodo pero necesario para lograr la estabilidad territorial en la zona y frenar el avance por Siria e Irak del califato yihadista suní.
Las
dos posiciones quedaron en evidencia el pasado sábado en Viena, donde
la vía diplomática volvió a mostrar sus limitaciones, pero sólo ayer
ambas posturas entraron en una deriva que puede poner en peligro la necesaria unidad en la lucha contra el IS.
El derribo del caza ruso es el primer ataque directo de un miembro de
la OTAN contra Rusia desde la década de los 50. Y eso, en un momento en
el que Francia está redoblando los esfuerzos para conseguir la creación
de una coalición internacional formada por Rusia, la UE, la OTAN y las
principales potencias regionales, puede suponer un grave revés para la
unidad. Obama, que ayer recibió a Hollande en la Casa Blanca para
mostrarle su solidaridad por los atentados de París, coincidió con su
homólogo francés en la necesidad de acabar con el IS, pero volvió a
reiterar su postura de no desplegar tropas terrestres en la zona
para evitar los mismos errores que las guerras de Irak y Afganistán.
Además, insistió en buscar otra alternativa política diferente a una
alianza con el régimen de Asad.
En
medio de ese desconcierto, el terrorismo yihadista continúa implacable
su acción de sembrar el terror y la destrucción por todo el mundo. Ayer
un suicida hizo explotar su carga explosiva en un autobús de la
seguridad presidencial en Túnez causando la muerte de al menos 12
personas e hiriendo de gravedad a otras 14. Se trata del tercer atentado
en lo que va de año que sacude a Túnez, convertida en un objetivo prioritario del islamismo desde el triunfo de la primavera árabe en un país en el que, sin embargo está muy implantado el yihadismo.
La OTAN, Rusia y la UE deben reforzar los lazos que le unen y dejar a un lado sus intereses particulares para lanzar un ataque contundente y sin fisuras contra el califato de Al Bagdadi.
A la espera de una investigación que aclare las verdaderas razones de lo sucedido, parece claro que el caza del ejército ruso, cuyos dos pilotos han muerto en el ataque, no suponía ningún peligro inminente para la seguridad de Turquía. Detrás de la operación podrían estar las diferencias de los miembros de la comunidad internacional sobre la estrategia a seguir en la guerra de Siria. Turquía, para quien el IS también supone una amenaza en la región, no está dispuesta, sin embargo, a que el régimen de Asad salga reforzado de la actual coyuntura, posición que comparte con EEUU, que exige la caída de la sanguinaria dictadura alauí. Rusia e Irán, por su parte, opinan que Asad es un aliado incómodo pero necesario para lograr la estabilidad territorial en la zona y frenar el avance por Siria e Irak del califato yihadista suní.
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La OTAN, Rusia y la UE deben reforzar los lazos que le unen y dejar a un lado sus intereses particulares para lanzar un ataque contundente y sin fisuras contra el califato de Al Bagdadi.
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