Hablar con el enemigo
Parece ser que los soldados los tenemos, que la logística la pueden poner los franceses. Las razones para recular parecen ser electorales
—“¿Está el jefe?”. (Pausa) “Que se ponga”.
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La última vez que España estuvo en una situación parecida fue cuando a Franco (del cual ha estado a punto de pasárseme el aniversario de la muerte) se le ocurrió invadir la Unión Soviética con unos centenares de falangistas descamisados. Hitler, que tuvo mucha sensibilidad ante el genio militar del caudillo, se atrevió a seguir su consejo, pero lo hizo tarde. El hielo madrugó y las camisas no fueron suficiente para proteger aquellos jóvenes y temibles pechos. No hay que contar la historia entera. La División Azul fue a Rusia, perdió a más de 4.000 de sus hombres, y volvió a España orgullosa de haber perdido una guerra más dejando el nombre de la patria cosido a un nuevo desastre.
No sé si llegaremos a saber a quién se le ocurrió lo de Malí. Ni a quién se le ocurrió en Francia decir que lo iban a estudiar. El caso es que para ir a Malí hace falta enviar más de 5.000 hombres, bien entrenados y con un aparato logístico de mucha envergadura. A falta de saber qué dice el ministro de Defensa, qué ha estudiado sobre el tema la vicepresidenta del Gobierno, y en qué impulso se basó el ministro de Asuntos Exteriores (aparte de la informada opinión de Javier Solana), hay que ver qué se ha hablado de verdad.
Parece ser que los soldados los tenemos, que la logística la pueden poner los franceses. Eso y el carácter de nuestra alianza con Francia apoyarían la idea.
Las razones para recular parecen ser electorales.
Esto solo lo arregla Gila.
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