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viernes, 27 de noviembre de 2015

Israel y Palestina: el caos
Gabriel Morales Sod
 
Espero me equivoque y vea esta columna en pocos meses y me dé cuenta de mi error, de mi falta de visión. Sin embargo, en este momento me aventuro a predecir que la violencia en Israel y Cisjordania no parará en los siguientes meses.
Puede ser que la situación se calme, que los atentados y las manifestaciones se vuelvan más esporádicos, muy similar a lo que ocurre con una epidemia (piensen por ejemplo en lo que sucedió con el ébola). Sin embargo, bastarán una declaración inflamatoria de la derecha israelí. Una visita de un ministro judío al Al Aqsa para que la violencia brote de nuevo. La Primera Intifada terminó con los Acuerdos de Oslo, es decir con el inicio de un proceso de paz, con diplomacia. La Segunda Intifada finalizó con una operación militar contundente y con el encarcelamiento de altos mandos de Hamas y otras células terroristas palestinas.
Ya lo decía bien Henry Kissinger: si la campaña militar es inefectiva y si la diplomacia fracasa, sólo hay un escenario posible: el caos. En la situación actual, ninguna de estas opciones parece viable. Por un lado, con el gobierno más a la derecha en la historia de Israel y con un presidente palestino que con información falsa ha decidido justificar la ola de violencia (la semana pasada el presidente se declaró ultrajado por la injusta muerte de un niño palestino que resultó que estaba siendo dado de alta en un hospital en Tel Aviv), la solución diplomática parece estar más lejos que nunca. Por el otro, por más represiva y fuerte que sea la respuesta israelí, es imposible detener esta ola de ataques terroristas. Si bien durante la Primera y la Segunda Intifadas los atacantes eran parte de grupos bien organizados, con una jerarquía establecida, los nuevos terroristas forman parte de una nueva generación.
Ésta es la generación post Oslo. Una generación que a lo largo de su vida ha visto fracasar el sueño de tener un Estado independiente; una generación que no tiene respeto ni confianza en los líderes palestinos que han sido incapaces de conseguir victorias en la mesa de negociaciones y de parar la enorme ola de corrupción y desempleo que recorre Cisjordania. La mayor parte de estos terroristas son jóvenes de menos de 20 años que un día, sin ningún antecedente de activismo o participación política, inspirados por un post en Facebook, decidieron tomar un cuchillo de su cocina o comprar una pistola y acuchillar y balacear indiscriminadamente a soldados y civiles judíos. La naturaleza impredecible de estos ataques ha causado un pánico generalizado en Israel. Los servicios de inteligencia israelíes no pueden prever estos ataques ni el ejército eliminar a los líderes, porque éstos no existen. Abbas no puede controlar a estos jóvenes, porque esta generación no confía en él. El incremento de la presencia de las fuerzas de seguridad israelíes será inefectivo en el largo plazo para detener esta ola. La única solución, cada vez más impensable, es la reanudación de las conversaciones de paz. Mientras tanto, sólo hay un escenario posible: el caos.

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