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martes, 7 de mayo de 2024

Estados Unidos. Palestina en todas partes: Los campamentos solidarios de estudiantes estadounidenses

 

Estados Unidos. Palestina en todas partes: Los campamentos solidarios de estudiantes estadounidenses

Por John Collins. Resumen Medio Oriente, 06 de mayo de 2024.

El profesor estadounidense John Collins reflexiona sobre las protestas universitarias de Estados Unidos en apoyo a Palestina

Mientras la maquinaria genocida de Israel, apoyada por el gobierno de Joe Biden y sus aliados europeos, continúa atacando todos los puntos vitales en Gaza, los titulares de las noticias en EE.UU destacan las protestas estudiantiles celebradas en solidaridad con Palestina. Estas protestas, que comenzaron en la Universidad de Columbia, ahora están tomando la forma de acampadas con tiendas de campaña -un poderoso símbolo dada la realidad pasada y presente del despojo y expulsión de los palestinos- en más de una docena de campus universitarios desde Nueva York hasta California.

¿Cómo debemos entender el significado local y global de esta nueva ola de protestas estudiantiles en las entrañas del imperio estadounidense? ¿Y cómo explicamos la respuesta draconiana de los dirigentes universitarios a estas expresiones de solidaridad con el pueblo palestino?

Ecos de una experiencia ya vivida

Como profesor universitario estadounidense que ha escrito extensamente sobre las repercusiones globales de la lucha de liberación palestina, estoy siguiendo con gran interés estos acontecimientos desde mi ubicación actual en España. Las acciones de los estudiantes de Columbia y sus colegas de otras universidades me emocionan y alientan profundamente.

También me vienen a la memoria ecos de mi propia experiencia. En 2001, con un grupo de alumnos del curso que yo impartía sobre Identidades Palestinas, llevamos a cabo una actividad educativa de “teatro de guerrilla”. Establecimos puestos de control militares simulados en un lugar clave de nuestro campus, y obligamos a los miembros de nuestra comunidad a soportar (por unos minutos al menos) una pequeña parte de lo que soportan cada día los palestinos que viven bajo la ocupación israelí. Uno de los estudiantes del curso también estaba cerca en el patio de la universidad con un micrófono, leyendo los nombres de los palestinos asesinados en los puestos de control israelíes.

La respuesta de sorpresa y pánico de la universidad me enseñó mucho sobre cómo las instituciones estadounidenses han sido entrenadas para silenciar, distorsionar y suprimir activamente y casi reflexivamente la cuestión misma de Palestina. Figuras clave de la institución asumieron (erróneamente) que todos los judíos de la comunidad se sentirían ofendidos por nuestras acciones, y se me pidió que participara en una “sesión de mediación” en la que el rabino del campus aseguró a todos que yo no era antisemita (dejándome con la sensación de que mi reputación en la comunidad estaría siempre en sus manos, no en las mías). Menos de tres años después, el hijo de un exvicerrector de la universidad escribió una carta al editor de un periódico regional acusándome de enseñar “terrorismo” en mis clases.

Se acerca un cambio

Poco después de que los alumnos levantarán el campamento Columbia 2024, se han oído voces expresando ciertas inquietudes de que las protestas pudieran servir como un espectáculo mediático, desviando la atención pública de temas urgentes como los informes de fosas comunes encontradas en hospitales de Gaza. Sin embargo, como destaca el profesor Moustafa Bayoumi, del Brooklyn College, tales preocupaciones son, en última instancia, equivocadas, sobre todo porque los propios alumnos se han centrado desde el principio en la lucha del pueblo palestino y en dar voz a los propios palestinos. “Estados Unidos (como en todas partes) necesita convertir un problema lejano en uno local para generar suficiente presión pública que produzca un cambio significativo”, escribió Bayoumi el 22 de abril. “Los alumnos comprenden esto”, añadió.

De hecho, está claro que los alumnos comprenden muchas cosas, hasta el punto de que el Estado de Israel y sus aliados en EE.UU están dispuestos a hacer todo lo posible para castigar a esos alumnos con la esperanza de disuadir la futura resistencia al genocidio de Israel y recuperar el control del discurso público. Pero es posible que estemos siendo testigos de un punto de inflexión fundamental en ese discurso.

Entonces, ¿qué es lo que comprenden los alumnos?

De 1968 a 2024

En primer lugar, los alumnos comprenden que son los herederos de una orgullosa tradición de resistencia simbolizada por el año 1968 -un año crucial en la historia de EE.UU (y, yo diría, al nivel mundial)- cuando los alumnos activistas de Columbia ocuparon edificios clave durante el apogeo del movimiento por la justicia racial y contra la guerra de EE.UU en Vietnam. Los paralelos entre 1968 y 2024 nos remiten a la idea de que los alumnos a menudo han estado a la vanguardia del cambio social en EE.UU, especialmente cuando se trata de hacer visibles los vínculos entre el militarismo estadounidense y las estructuras de la supremacía blanca.

Los alumnos activistas de hoy también son conscientes de que así como el Estado trabajó agresivamente para socavar los movimientos sociales de la “larga década de 1960”, ahora está haciendo lo mismo con los movimientos a favor de Palestina. Impulsados ??en parte por la presión de demagogos derechistas como la congresista de Nueva York Elise Stefanik, una aliada cercana al expresidente Donald Trump, las autoridades han respondido a las protestas estudiantiles con niveles de represión inquietantes y tremendamente desproporcionados. Parecen tener miedo a los mismos alumnos a los que supuestamente deben servir.

Los campos de prueba de la represión global

En segundo lugar, los alumnos comprenden una idea sobre la cual investigadores como yo mismo hemos escrito y publicado durante la mayor parte de las dos últimas décadas: la idea de una “Palestina global” a través de la cual la propia Palestina sirve como un “laboratorio” para la represión global. Los alumnos están aprendiendo, a través de la experiencia directa, que sus propios campamentos son también un laboratorio tanto para la resistencia como para la represión.

Al responder agresivamente a las protestas, las autoridades están probando activamente qué tipo de represión pueden aplicar. Quizás esto se deba a que saben que nuestras crisis globales en cascada seguramente producirán formas más intensas y extensas de resistencia popular. Dado que las estructuras que producen estas crisis son globales, cualquier lugar local puede ser un lugar de resistencia. Cuando estas autoridades revelan su voluntad de ignorar los derechos de libertad de expresión y reunión y de castigar a los alumnos por atreverse a oponerse al genocidio, también revelan su voluntad de confabularse con las alas más represivas del Estado y del capital global. En este sentido, lo que está en juego en los campamentos de universitarios no podría ser mayor.

Contra el colonismo blanco

En tercer lugar, los alumnos comprenden (y encarnan) una verdad importante: que cualquier esperanza de resistencia en una era de crisis globales en cascada reside en movimientos basados ??en la solidaridad que atraviesan líneas de nacionalidad, raza, etnia, religión, etc. Los discursos que se han utilizado durante décadas para desacreditar los movimientos estudiantiles tienden a presentar a los universitarios activistas como “mimados” e “ingenuos”. En el momento actual, tales discursos buscan desviar la atención de lo que más amenaza a las estructuras de privilegio de los colonos blancos en EE.UU: la perspectiva de un movimiento valiente liderado por jovenes de color con el apoyo activo de judíos antisionistas.

Este movimiento se percibe más amenazador en la medida en que estos universitarios son plenamente conscientes de cómo el proyecto del llamado “settler colonialism” (colonialismo de colonos) en EE.UU se sostiene a través de su alianza con el sionismo y con otros estados colonos en todo el mundo. O sea, como siempre ha sido el caso con la lucha palestina, tomar a Palestina en serio requiere inmediatamente construir una oposición de principios no sólo al sionismo, sino también al imperialismo estadounidense.

Liberar Palestina, liberar a los judíos del sionismo

En cuarto lugar, los alumnos comprenden lo que está en juego cuando sus enemigos responden tratando de convertir el antisemitismo en un arma. La cobertura de los principales medios de comunicación alimenta esta militarización al basarse en generalizaciones engañosas sobre los temores de los “alumnos judíos”, ignorando el hecho de que muchos de esos mismos alumnos participan activamente en los campamentos. En un gesto poderoso, activistas en Nueva York intentaron parar estos discursos peligrosos al organizar un “seder de emergencia” (comida de Pascua judia) en el que la periodista canadiense Naomi Klein llamó enérgicamente a sus compañeros judíos a buscar un “éxodo del sionismo”.

La utilización del antisemitismo como arma ha sido también una táctica clave en la alianza más amplia entre el fascismo y el sionismo. Esta alianza está simbolizada por los esfuerzos falsos de Stefanik y otros por abogar por la “seguridad judía”, incluso cuando hace causa común con Trump y otros nacionalistas blancos que son abiertamente antisemitas. Por eso la lucha por el alma del judaísmo, a la que tan elocuentemente hace referencia Klein, es un componente esencial de la lucha por la liberación palestina, con todas sus implicaciones globales.

La complicidad institucional al descubierto

En quinto lugar, y quizás lo más alarmante para los dirigentes universitarios, los alumnos comprenden que las propias universidades, a través de su inversión en el capitalismo neoliberal y necropolítico, son cómplices de este genocidio y del mantenimiento de las estructuras de violencia y explotación global. Con dotaciones financieras que ascienden a cientos de millones de dólares en universidades privadas de élite como Columbia y New York University (NYU), dichas instituciones a menudo parecen menos universidades y más fondos de cobertura masivos o operaciones inmobiliarias que también ofrecen títulos universitarios y de posgrado.

Al basarse en el conocimiento adquirido en sus cursos universitarios y en el intercambio de información a través de las redes sociales, los alumnos saben muy bien cómo se invierte todo este dinero. Así han construido un análisis sólido y crítico que impulsa sus acciones. Por eso son tan potentes sus reivindicaciones ya que piden que las universidades dejen de invertir en la ocupación israelí. Esas reivindicaciones ayudan a sacar a la luz las relaciones estructurales que muchas veces permanecen escondidas y que favorecen a quienes se benefician directa e indirectamente del sionismo y los circuitos de violencia en los que está incrustado.

Lo que está en juego en la Palestina global

En última instancia, estos campamentos demuestran que Palestina nunca se trata sólo de Palestina: por su propia naturaleza, la lucha de liberación palestina está orgánicamente conectada con otras luchas. Como resultado, incluso cuando quienes defienden a Palestina intentan abrir puentes nuevos de solidaridad, también serán percibidos y etiquetados como una “amenaza” a una amplia gama de intereses muy arraigados. ¿Hay otra manera de explicar la decisión de las autoridades de Nueva York de desplegar unidades “antiterroristas” y amenazar con traer a la Guardia Nacional para expulsar a los alumnos?

Dentro del discurso y la práctica del Estado israelí, todos los palestinos son, por definición, objetivos del contraterrorismo. La respuesta oficial a las protestas estudiantiles estadounidenses muestra que la clase dominante está dispuesta a extender esa lógica a cualquiera que se atreva a actuar basándose en la idea -promovida durante mucho tiempo por el movimiento global de solidaridad con Palestina- de que “todos somos palestinos”. En esto están siendo alentados por funcionarios israelíes como el ministro de Defensa, Yoav Gallant, quien tuiteó el 24 de abril que los alumnos manifestantes estaban «incitando al terrorismo».

A través de las acciones de estos universitarios valientes, realizadas en solidaridad con los palestinos en su tierra, Palestina continúa enseñando cómo luchar por la libertad en un mundo cada vez más distópico y dominado por lo que pensadores como Paul Virilio han identificado durante mucho tiempo como la convergencia de la ciencia, la tecnología, la economía y la guerra. No contentos con analizar estos temas teóricamente en el aula, los alumnos se arriesgan. Han roto la barrera del miedo, obligando a los funcionarios a tomar medidas desesperadas que probablemente añadirán más combustible a un movimiento en crecimiento.

Nuestra responsabilidad es rechazar la idea de que hay que elegir entre centrarnos en los alumnos estadounidenses o en los palestinos de Gaza. Las acciones de los primeros nos recuerdan nuestra obligación de priorizar el derecho -de hecho, la propia supervivencia– de los segundos. Y tenemos que agradecer a estos alumnos por brindarnos un conjunto poderoso de herramientas analíticas, tácticas y éticas para hacerlo.

Fuente: La Marea

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