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lunes, 20 de octubre de 2014

Por qué la Sharîa

Por qué la Sharîa

Amar la Sharîa es revertir la vida de uno hacia un orden productivo material y espiritual con el único fín de encaminarse dignamente hacia la luz y escapar de las tinieblas de la ignorancia

04/01/2012 - Autor: Yasmin Matuk
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El Nombre Al-lâh
El Nombre Al-lâh
“… Al-lâh os ha hecho amar la creencia, haciéndola hermosa en vuestros corazones…”
Sura Al-Huyurat, 7. (Corán)
¿Por qué asumir los preceptos del Islam como norma fundamental de vida, como proceder fehaciente de cada ser humano que encare su forma de actuar de acuerdo a un mandato divino y, por ende, perfecto?
Porque retornar a Al-lâh es, indefectiblemente, elegir el bien; amar la Sharîa es  revertir la vida de uno hacia un orden productivo material y espiritual con el único fín de encaminarse dignamente hacia la luz y escapar de las tinieblas de la ignorancia. “Te hemos puesto en un camino por el cual se cumpla el propósito: sigue, pues, éste y no sigas los caprichos de los que no saben.” (1), es decir, que el penetrar en la dimensión del Islam gracias a la guía del Profeta Muhammad, salalahu aleihi wa salam, es escalar en un camino directo al conocimiento y la sabiduría como “un bien incalculable” (2), y todo conocimiento cumplimentado con la acción es un regalo digno y virtuoso, un proceder de cara a los actos internos y externos más sublimes que pueda llevar a cabo el hombre; manifestaciones no solo entendidas y comprendidas gracias a la Sunna, sino un proceder físico y mental conforme al “amal”, la acción, el poner en práctica y modificar para bien lo que estaba antes defectuoso o en constante duda.  Estos son signos de un esfuerzo permanente, una ÿihâd real en el sentido más absoluto de la palabra: el impulso que tiene como objetivo superar el conflicto interno y habitual del ser humano para llevarlo hacia la paz, la excelencia y la buena moral.
Y más allá de los beneficios fácticos de aplicar en lo cotidiano la Ley, ésta es un deber de quién aspire al calificativo de musulmán: puesto que los actos no son buenos porque así una ley lo disponga, ni son malos porque la misma ley los prohiba; sino que los actos son en sí buenos o malos y la Ley de Al-lâh los ordena porque son buenos para la humanidad toda y los prohibe porque son malos para ella. Entonces es que existen una maldad y una bondad que son intrínsecas y absolutas; ergo debe también, necesariamente, existir un valor universalmente entendido como bien, y la carencia o ausencia de este bien es lo que se considera como mal.
Por esto se puede colegir que la Sharîa es la representación de la Voluntad de Al-lâh enseñada, aprendida y aprehendida para todo aquel que acepte asumir el desafío del Islam: para aquel que tenga la voluntad y constancia de ejecutar una enseñanza no solo beneficiosa para su fuero interno, sino extremadamente fructífera para conservar una vida armoniosa tanto en este mundo como en el más allá.
Como lo expresa el glorioso Corán: "Allah no impone a nadie sino en la medida de su capacidad: a su favor tendrá el bien que haga, y en su contra el mal que haga” (3) y, también, el famoso hadiz sahih donde el Profeta Muhammad, salalahu aleihi wa salam, dice: ”Los preceptos del islam son flexibles. Aquel que impone severidad en ellos es derrotado por el islam. Sed moderados y cumplid en la medida de vuestras fuerzas y con alegría, y buscad la ayuda de Al-lâh durante el día y la tarde y durante una parte de la noche”; queda asentado que la inspiración divina, y por ende perfecta, en los preceptos es completamente conciliadora con la susceptibilidad y flaqueza natural del ser humano.
Estos son claros signos para observar con que  facilidad Al-lâh, el Excelso, Nos brinda Su Ley; palabras de aliento indispensables para comprender que la aplicación de la Sharîa debe ser de manera serena y activa, en todo momento y en todo lugar; nunca exigiéndose ni prestando juramentos utópicos que desvíen hacia el extremismo más obtuso, aquel fanatismo rigorista propio del individuo que se aleja del Camino Recto: único sendero firme donde el mumin avanza con paso firme y confiando en su Señor.
Y, finalmente, porque la Sharîa es necesaria para el creyente: sin ella no hay Islam.
Ihdinâ s-sirâta l-mustaqîm (4).
“Todo lo que se opone a la realidad de la Sharîa es mentira”.
Sheij Ibn A´rabi.
1.- Surat Al-Jathiya: 18. Corán
2.- Surat al-Baqara: 269. Corán.
3.- Surat al-Baqara: 286. Corán.
4.- “Guíanos por el camino recto”. Surat al-Fatiha: 5. Corán

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