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martes, 18 de noviembre de 2014

Reflexiones sobre la sura de “Sâd”


Se cuenta entre las benditas suras que contiene el Corán y aborda un conjunto de nobles valores, excelentes modales y buenas cualidades


17/11/2014 - Autor: Sheij Nasser Al Mgbel - Fuente: Cciar



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Sura “Sad”
Sura “Sad”

Alabado Sea Allah, Quien hizo descender el Libro como refugio para todo aquel que se arrepiente y pide ser perdonado. Él (swt) otorga una recompensa ilimitada a quienes son pacientes y perseverantes. Lo alabamos, Él el Poderoso y Dadivoso, el Indulgente y Misericordioso. Atestiguo que no hay otra divinidad salvo Allah, Único sin asociados, el Uno y Victorioso, Señor de los cielos, de la tierra y de lo que hay entre ellos, el Poderoso y Remisorio, y atestiguo que nuestro Profeta Muhammad es siervo y Mensajero de Allah, el mejor de quienes fueron pacientes, invocó a su Señor pidiendo perdón, nos hizo desear los jardines y ríos del Edén, y estar en un lugar honorable junto al Soberano Todopoderoso. Que la paz y bendiciones de Allah sean con él, sus familiares, compañeros y seguidores hasta el Día del Juicio Final.

¡Siervos de Allah! Os exhorto y a mi propia alma a que le temamos a Allah, el Altísimo, Quien dice en su Sagrado Libro: “¡Oh, creyentes! Temed a Allah, y que cada alma considere cuánto ha realizado para el Juicio de mañana. Temed a Allah, porque Allah está bien informado de cuánto hacéis” Sura del Destierro, aleya 18.

¡Hermanos! Allah, Altísimo Sea, hizo descender el Sagrado Corán sobre nuestro Profeta Muhammad, el sello de todos los profetas, para sacar a la humanidad de las tinieblas hacia la luz, de la miseria a la felicidad y al deleite; lo hizo como guía para los piadosos y relató en él las noticias de los antecesores y sucesores. En él se reúnen las buenas nuevas y las advertencias, las historias y las enseñanzas. Quien se aferre a él será guiado al sendero recto. Es un libro bendito que Allah, Altísimo Sea, nos encomendó leerlo, obrar conforme a sus principios éticos y exhortaciones y meditar acerca de sus suras y aleyas; dice Allah, Enaltecido Sea: “Éste es el Libro bendito que te revelamos ¡Oh, Muhammad! para que mediten sobre sus preceptos y recapaciten los dotados de intelecto” Sura de Sâd, aleya 29.

¡Qué bueno es que nos relacionemos con el Libro de nuestro Señor, porque en él hay guía, enseñanza, sostén y exhortación para los creyentes!

Dice Allah, Altísimo Sea: “Todo esto que te narramos sobre las historias de los Mensajeros es para consolar y afianzar tu corazón. Por cierto que te ha sido revelado en esta sura signos que evidencian la Verdad, y son una exhortación y un motivo de reflexión para los creyentes” Sura de Hûd, aleya 120.

Así pues, los significados del Noble Corán continúan recordándole al siervo su Señor tanto a través de las buenas promesas como también las advertencias sobre el doloroso castigo para que, de este modo, tema y recapacite.

¡Siervos del Altísimo! Entre las benditas suras que contiene el Corán se encuentra la sura de “Sâd” que aborda un conjunto de nobles valores, excelentes modales y buenas cualidades; también refiere las historias de algunos profetas de Allah como David –la paz sea con él- a quien Allah le dio una melodiosa y bella voz, le hizo blando el hierro y le reveló Az-zabur (los Salmos); dice Allah en el Sagrado Corán: “Y concedimos a David los Salmos” sura de Las Mujeres, aleya 163. También le sometió las montañas que ensalzaban junto con él y con las aves al Altísimo: “Sometimos a David las montañas y las aves para que glorificaran a Allah junto a él” Sura de Los Profetas, aleya 79. Allah le concedió, además, sabiduría y juicio certero y fue privilegiado con el testimonio de su Señor: “Y recuerda a nuestro siervo David, quien fue dotado con una gran fuerza física y firmeza en la fe. Por cierto que él siempre volvía a Allah en todos sus asuntos y se arrepentía con sinceridad” Sura de Sâd, aleya 17. El profeta David -la paz sea con él- ayunaba, adoraba a Allah y le pedía perdón con mucha frecuencia. Dice Allah, Altísimo sea: “David comprendió que quisimos ponerlo a prueba y pidió perdón a su Señor, se prosternó y arrepintió” Sura de Sâd, aleya 24. De esta manera, consiguió ser uno de los más cercanos a Allah y tener una bella morada: “Y le perdonamos, pues es de los más allegados a Nosotros; y ciertamente en la otra vida tendrá una bella morada en el Paraíso” Sura de Sâd, aleya 25, esto por haberse arrepentido y por haber establecido una justicia absoluta en su reinado.

En la sura de “Sâd” se encuentra también la historia de Salomón -la paz sea con él-, quién dirigió una súplica a su Señor y exclamó: “¡Oh, Señor mío! Perdóname y concédeme un reino tan poderoso que nadie pueda igualarlo después de mí; ciertamente Tú eres Dadivoso” Sura de Sâd, aleya 35. Allah le concedió de su majestuoso reino y de su enorme gracia, le enseñó el lenguaje de los pájaros, le hizo escuchar el habla de las hormigas, le sometió el viento que sopla según su orden y a donde él quisiera, y a los demonios, algunos para la construcción y otros como buzos que extraían para él perlas. Salomón agradeció, entonces, a Allah (swt) su enorme favor e inmensa generosidad: “exclamó: ¡Señor mío! Haz que te agradezca los favores que nos has concedido, tanto a mí como a mis padres, que haga obras buenas que Te complazcan, y cuéntame por Tu misericordia entre Tus siervos justos” Sura de Las Hormigas, aleya 19. Por eso, fue favorecido con el elogio de su Señor que lo elevó en estatus: “¡Qué excelente siervo, pues volvía a Allah en todos sus asuntos y se arrepentía con sinceridad!” Sura de Sâd, aleya 44.

¡Hermanos creyentes! Allah, Enaltecido sea, nos refirió también en la sura de “Sâd” la historia de un profeta que fue azotado por una aflicción y se convirtió en el ejemplo a seguir para quienes se complacen con el decreto divino y se muestran pacientes ante las adversidades. Se trata, pues, del grandioso profeta Job -la paz sea con él- de quien Allah eternizó su evocación en una de las aleyas del Sagrado Corán al decir: “Y cuando Job invocó a su Señor: ¡Oh, Allah! Tú bien sabes que he sido probado a través de las enfermedades, y Tú eres el más Misericordioso” Sura de Los Profetas, aleya 83.

Pues, Allah, Altísimo Sea, lo escogió otorgándole muchas mercedes: bienes, sembrados, descendencia, salud, etc. y él fue agradecido con su Señor por eso se comportó misericordiosamente con el pobre y el necesitado, se encargó de la manutención de la viuda y del huérfano y gastó de su fortuna hacia la derecha y hacia la izquierda. Pero luego, Allah quiso ponerlo a prueba con privarlo de sus mercedes. Así, perdió su riqueza y descendencia, y fue alcanzado por la enfermedad. Permaneció durante mucho tiempo padeciendo los dolores, soportando la desgracia sufrida. Y cuando la enfermedad se tornó muy grave, sucediéndose las aflicciones la una tras la otra, se apartó en un rincón para dirigirse a su Señor con sus súplicas: “Y recuerda ¡Oh, Muhammad! a Nuestro siervo el Profeta Job, cuando invocó a su Señor: Por cierto que Satanás me mortifica con una gran dolencia mi enfermedad y un terrible tormento la pérdida de mi familia y mis bienes” Sura de Sâd, aleya 41. Es la máxima manifestación de sometimiento, subordinación y temor de parte del Profeta de Allah Job, ya que a pesar de ser penoso el tormento y excesivo el daño, él confió en Allah y se mostró sincero en su retorno al Misericordioso, aferrándose a la esperanza e insistiendo con las súplicas sin descuidar el comportamiento cortés y el sentimiento de complacencia hacia su Señor. Algunos eruditos explican que la expresión de Job: “Satanás me mortifica con una gran dolencia” refleja un gran sentido de la buena educación, aunque sabiendo que todas las cosas, sean buenas o malas, proceden de Allah, Exaltado Sea.

Cuando Job terminó de suplicarle a su Señor, le llegó inmediatamente el alivio: “Le dijimos: Golpea con tu pie la tierra y haremos surgir agua fresca para que te laves con ella y bebas y así recuperarás la salud”.

Allah, Enaltecido sea, respondió las súplicas de su siervo Job: “Y escuchamos su invocación y lo curamos de sus enfermedades, e hicimos que su esposa retornara junto a él y le agraciamos con hijos y bienes en compensación por todo lo que había perdido, ello fue una misericordia dimanada de Nosotros. Ciertamente en esta historia hay un motivo de reflexión para los siervos piadosos” Sura de Los Profetas, aleya 84.

Esta es la recompensa de los pacientes, obedientes y vueltos a su Señor. Así, hermano musulmán, sé obediente y sométete a tu Señor, vuélvete a Él con devoción, no te quejes ante ninguno de los siervos ni muestres tu descontento para que así tus faltas sean perdonadas y seas favorecido con el ingreso al Paraíso.

¡Siervos de Allah! Entre las enseñanzas que podemos extraer de la sura de “Sâd” está el buscar el perdón del Altísimo. En este sentido, el profeta David -la paz sea con él- pidió perdón a Allah, se postró y arrepintió. El profeta Salomón -la paz sea con él- dijo: “¡Oh, Señor mío! Perdóname y concédeme un reino tan poderoso que nadie pueda igualarlo después de mí; ciertamente Tú eres Dadivoso”. Cierto es que el istighfar (pedir perdón a Allah) fue siempre la práctica de los arrepentidos y el lema de los siervos de Allah que anhelan su Indulgencia, porque es una fuente que rebosa de recompensas y a través de la que descienden las misericordias, se alivian las angustias y Allah, el Altísimo, borra las faltas. Dijo el Mensajero de Allah (PyB): “Juro por Allah que yo le pido perdón a Allah y me arrepiento ante Él más de setenta veces al día” y en otra versión: “¡Oh, gente, arrepentíos ante Allah, porque yo me arrepiento ante Él cien veces en un día!”.

¡Oh, Allah, mantennos firmes en tu religión, haznos herederos de tu Paraíso y haz que todos podamos obedecerte a Ti, a tu Mensajero Muhammad (PyB) y a quienes nos dirigen tal como está decretado en el Sagrado Corán!: “¡Oh, creyentes! Obedeced a Allah, obedeced al Mensajero y a aquellos de vosotros que tengan autoridad y conocimiento”. Sura de Las Mujeres, aleya 59.

¡Quiera Allah bendecirnos con el Grandioso Corán y beneficiarnos con la guía de nuestro Profeta Muhammad! Pedid perdón a Allah por vuestras faltas y volved a Él arrepentidos; Él es Indulgente, Misericordioso.

Viernes 21 de Muharram de 1436 H. acorde al 14 de noviembre de 2014

Traducción de la jutba pronunciada por el sheij Nasser Al Mgbel

Mezquita del Centro Cultural Islámico “Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas” Rey Fahd en Buenos Aires, Argentina



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