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jueves, 26 de marzo de 2015

La brigada siria de los yihadistas ceutíes 

Informes de la policía señalan que exreclusos de Guantánamo y predicadores amnistiados por Marruecos arrastraron a la yihad a los suicidas españoles

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En el círculo el jefe, Abdelaziz el Mahdali. Arriba, a la derecha, el menor ceutí Nordin Abderrayat
La sangre de los primeros ceutíes que se unieron a la yihad contra el régimen de Bachar el Asad no se derramó solo en Siria, sino también en Irak. El taxista Rachid Wahbi y sus amigos Mustafá Mohamed Layachi, Piti, y Mustafá Mohamed, Tafo, los pioneros del barrio de El Príncipe en la búsqueda de la muerte en tierras lejanas, se suicidaron en Siria, pero sus sucesores lo hicieron en territorio iraquí.
Yunes Ahmed Mohamed, Esponja, y Mohamed Abdesalam Mohamed, Pizza, murieron suicidándose con cinturones de explosivos en una cadena de atentados en Bagdad y varias provincias del sur de Irak, una carnicería del Estado Islámico para Irak y Levante (ISIL), la rama iraquí de Al Qaeda, contra la comunidad chií que produjo en el verano de 2013 más de 1.000 víctimas durante la festividad del Eid al Fitr, el final del Ramadán.
El testimonio de estas y otras muertes lo aporta Abdeluahid Sadik Mohamed, un ceutí retornado del horror y que participó en 2013 en el asalto del ISIL a la cárceles iraquí de Abu Ghraib y Taji para liberar a centenares de islamistas. Su relato será clave en el juicio que se inició ayer en la Audiencia Nacional contra la primera célula desarticulada por la policía en Ceuta por enviar muyahidines a Siria. Los fiscales Javier Zaragoza y Vicente González Mota piden para los 11 procesados penas de 10 y 12 años por dirección e integración en el Frente Al Nusra y el Estado Islámico (EI), la organización terrorista que ha implantado el califato en ciudades de Siria e Irak.
No todos los yihadistas se suicidaron en Siria, varios lo hicieron en Irak
Los 14 jóvenes, 12 de ellos ceutíes, que viajaron a Siria para hacer la yihad se unieron a la katiba(falange) Tarik Ibn Ziad, una brigada integrada por marroquíes y dirigida por Abdelaziz el Mahdali, Abu Osama al Magrabi, un tipo barbudo y arrogante que murió en una emboscada de Jabhat al Nusrah (JaN), en marzo de 2014, por haber abandonado el grupo y haberse pasado con sus combatientes al ISIL. La llegada de los combatientes españoles coincidió con el enfrentamiento entre Ayman al Zawahiri, sucesor de Bin Laden en Al Qaeda, y Abubaker al Baghdadi, el líder del Estado Islámico de Irak, que se negó a permanecer en ese país y extendió sus dominios hasta la vecina Siria.
¿Cómo y por qué se unieron estos españoles a la yihad siria? Un informe de la Policía Nacional y la Guardia Civil da una respuesta: lo hicieron bajo la influencia del salafismo marroquí y en especial del cultivado en Castillejos, localidad fronteriza de Ceuta convertida “en centro de radicalización”. Y añade tres factores que considera claves: 1) la puesta en libertad por un indulto del rey de Marruecos, en febrero de 2012, de los ideólogos salafistas Ahmed Rafiki, Hassan Kettani y, especialmente, de Omar el Haddouchi, condenados los dos primeros a penas de 30 y 20 años respectivamente como instigadores de los atentados de Casablanca en 2003 que causaron 45 muertes; 2) la actividad proselitista del Comité Conjunto para la Defensa de los Detenidos Islamistas (CCDDI), integrado por algunos expresos de Guantánamo; y 3) un frente social salafista, numeroso y cohesionado, formado por los detenidos en Marruecos y sus familias. “Forman la parte más numerosa y activa del movimiento salafista marroquí y son la cantera de la que proceden la mayoría de los voluntarios (más de 1.000) que se han incorporado a la yihad en Siria”, dice el informe.

Nordin sigue vivo

J.M.I.
Nordin Abdeyarrat Madani, el menor ceutí que con solo 16 años dejó a sus padres y hermanos en el barrio de El Príncipe para unirse a la yihad en Siria es uno de los pocos españoles que ha logrado sobrevivir. Seis de los 13 fallecidos eran ceutíes, el resto marroquíes residentes en España.
El joven se integró en la Katiba (falange) de Abdelaziz el Mahdali (ver fotografía), se ha casado en uno de los campamentos del EI en Alepo y habla por Skype con Ahmed y Turia, sus padres, según aseguran estos a sus familiares y amigos. La familia celebró hace días la boda de una de sus hijas. “Acabo de casar a su hermana y los padres me han dicho que sigue vivo y que no va a volver”, afirma Laarbi Mateeis, dirigente de la corriente Tabligh Jammaat en Ceuta.
Nordin acaba de cumplir 18 años y desapareció en marzo de 2013. Sus padres pusieron una denuncia y poco después recibieron una llamada desde Turquía. “Vi en el teléfono que entraba una llamada desde un número largo. Le dije que qué hacía allí, le insistí en que volviera a casa, pero él solo me pedía perdón por haberse ido así”, recordaba entonces su padre.
Para los servicios de espionaje españoles esos tres factores explican la fuerza que atrajo a los suicidas ceutíes. “Mantienen una dinámica relación, interactúan, se retroalimentan y contribuyen a crear un clima proyihadista que favorece la radicalización y captación de simpatizantes tanto en el norte de Marruecos como en la vecina ciudad de Ceuta”, describe el documento, que aporta fotografías de sus dirigentes y de algunas reuniones de Omar el Haddouchi con jóvenes islamistas en las playas de Ceuta.
Dos meses después de la puesta en libertad de estos tres jeques, en abril de 2012, se detectan las primeras salidas desde el norte de Marruecos con destino a Siria, entre ellos de Abdelaziz el Mahdali que se convirtió en el emir de la katiba de magrebíes de Castillejos en la que se integraron los ceutíes.
El informe oficial lo explica así: “Durante los meses de abril y mayo de 2012, a caballo entre Siria y Turquía, estos pioneros llevarían a cabo la creación y consolidación de una infraestructura internacional que ha facilitado la incorporación de salafistas marroquíes y españoles a los grupos yihadistas/terroristas de Siria”. “El éxito de esta llamada a la yihad es incuestionable desde entonces y hasta la fecha el número de yihadistas marroquíes presentes en Siria habría superado ampliamente el millar de individuos, entre el que se incluye un número representativo de españoles, principalmente procedentes de Ceuta. Muchos han llegado incluso a llevarse a sus esposas e hijos”.
La historia de los jóvenes ceutíes que murieron en Siria e Irak no se puede entender sin examinar la de sus vecinos de Castillejos, localidad marroquí de unos 60.000 habitantes situada junto a la frontera del Tarajal, a tiro de piedra del barrio de El Príncipe.
investigación@epais.es

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