Los bombardeos destruyen hasta 800 millones del Estado Islámico
Los
ataques de la coalición internacional tienen como objetivos los
almacenes, las refinerías y los camiones de transporte de petróleo
El autodenominado Estado Islámico (IS) se enfrenta a una sangría financiera provocada por los ataques aéreos contra almacenes de dinero y bancos de la organización. Hasta 800 millones de dólares
han sido destruidos en los últimos meses por los bombardeos de la
coalición internacional, ha señalado un alto cargo estadounidense de la
alianza.En videoconferencia desde Bagdad, el subcomandante de la coalición internacional contra el IS, el estadounidense Peter E. Gersten, ha indicado este martes que las operaciones han arrebatado a la organización yihadista "entre 300 y 800 millones de dólares". "Iré a por cada una de sus capacidades. La forma en la que gastan el dinero en la lucha es precisamente donde voy a centrar mis esfuerzos", ha declarado Gersten al ser preguntado por las informaciones que apuntan a los crecientes problemas económicos del califato proclamado a caballo de Siria e Irak.
Activistas que levantan acta de la vida en Mosul, la segunda ciudad de Irak en manos del IS desde junio de 2014, han informado en los últimos días de las quejas de los combatientes yihadistas. Los acólitos de Abu Bakr al Bagdadi denuncian que no han recibido sus salarios desde hace tres meses y alzan la voz contra la "injusticia" de los sueldos asignados por el grupo. "Estamos viendo que la moral del enemigo comienza a deteriorarse a un ritmo bastante rápido. Cuando avanzamos por el valle del Éufrates, vimos a miembros del Daesh [acrónimo del IS en árabe] tratando de desertar haciéndose pasar por refugiados o vistiéndose de mujer. Ese es el tipo de cobardía con el que estamos lidiando", ha precisado Gersten.
"A través de otras fuentes -ha agregado el militar- estamos viendo que el Daesh no puede pagar a sus combatientes extranjeros. Están comerciando con coches como método de pago. Algunos combatientes no están recibiendo su sueldo". A su juicio, los bombardeos contra objetivos económicos del IS están incrementado, además, las deserciones y evitando las llegadas de nuevos partidarios, un flujo que -según sus estimaciones- ha pasado de entre las 1.500 y 2.000 personas de media hace un año a las 200 actuales.
"Hemos llevado a cabo un gran cantidad de ataques contra bancos. Tanto instalaciones usadas para el almacenamiento como el reparto del dinero han sido completamente destruidas. Su capacidad para financiar la guerra a través de las refinerías de petróleo también ha sido destruida. Su capacidad para establecer impuestos y oprimir a su pueblo también ha sido destruida", ha detallado Gersten.
Las finanzas de la organización terrorista más poderosa del planeta han abrazado la austeridad, empujada también por la pérdida de territorio. "Se han visto obligados a reducir a la mitad el sueldo de los dirigentes y un 30 por ciento el de soldados y oficiales", confirmó el pasado febrero a EL MUNDO el analista Hashem al Hashimi, asesor del Gobierno iraquí y una destacada fuente de información sobre lo que acontece en la blindada ciudad de Mosul. "Los ataques aéreos -agregó- han golpeado nueve bancos del IS. En al menos dos de ellos, había depositados 150 millones de dólares. El resto había sido vaciado previamente".
La arremetida que ha causado mayor daño a la estructura financiera del IS se registró a principios de enero cuando la aviación estadounidense redujo a escombros la sede del Banco Al Rashid en un barrio del este de Mosul, la segunda urbe iraquí. Unos días más tarde, la agencia de noticias Al Amaq -afín al IS- difundió un vídeo que muestra la destrucción de las instalaciones, con fragmentos de papel y mobiliario esparcidos entre las ruinas. La pérdida de uno de los depósitos usado como banco central ha impuesto en la villa una economía de guerra. Según un activista local que rehúsa identificar por miedo a represalias, el IS respondió a la creciente amenaza vaciando las reservas de dinero y ocultándolas en túneles horadados bajo la ciudad. Para su traslado, recurrió a taxis y transportes públicos en un intento desesperado de sortear los ataques.
La carestía también se ha contagiado a la zona siria bajo yugo del IS donde los bombardeos contra refinerías y camiones de transporte de petróleo -una de sus principales fuentes de ingresos- han diezmado su bolsillo. En febrero Daniel Glaser, funcionario del Departamento estadounidense del Tesoro, aseguró que las acometidas estaban provocando que "no sean capaces de hacer dinero del modo que lo hacían hasta ahora". "El IS ha reducido a la mitad los sueldos de sus combatientes en Raqqa [capital "de facto" del califato]", añadió.
El IS ha levantado un complejo entramado a partir de donaciones procedentes de ciudadanos anónimos de las monarquías del golfo Pérsico; años de extorsión a empresarios en ciudades como Mosul, la segunda urbe de Irak; el saqueo de entidades financieras que sucedió a la conquista de nuevos territorios; el tráfico de seres humanos, en su mayoría de la minoría yazidí; una abultada retahíla de impuestos -electricidad, recogida de basuras, telefonía o alquiler de viviendas incautadas por la organización- en las poblaciones bajo su yugo; los secuestros; o el mercado ilegal de antigüedades.
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