El objetivo de la vida en el Islam
Modestia frente a prepotencia
28/07/2012 - Autor: Wardy Firdaws - Fuente: Envio Webislam
Una de las frases más repetidas de los que han abrazado el Islam es que, una vez musulmanes, sus vidas han adquirido una paz y un sentido donde antes reinaban caos y desorientación. Todos coinciden en que el Islam les ha llenado la vida vacía que llevaban antes. Ahora tienen claro lo que quieren ser y hacer en este mundo. Pueden elegir su camino sin miedos ni titubeos. Pero, ¿por qué ese cambio tan drástico?, ¿de qué han tenido que huir?, ¿por qué ese "malaise" reinante en una sociedad moderna, que supuestamente ofrece todo lo supuestamente necesario para que el individuo sea supuestamente feliz?, ¿por qué uno tiene que sentirse infeliz estando colmado según los cánones del bienestar social?, ¿por qué tanto suicidio y alcoholismo, tanta depresión, tanta desilusión y tanto pesimismo?
Para contestar a estas preguntas, hay que repasar el modo en el cual se entiende el objetivo de la vida en el mundo occidental. En las sociedades tecnológicamente avanzadas, el prisma a través del cual se mide y valora el éxito, es el de alcanzar una posición socioeconómica, la más alta posible y en el menor tiempo posible. Al individuo se le educa, desde pequeño, que la felicidad consiste en ser el mejor en todo: el más inteligente, el más competitivo, el más fuerte, el más guapo, el más agresivo y, en definitiva, el más "superman ". Además, se le incrusta en el inconsciente que su cultura es la mejor del mundo. Las demás culturas son mero reflejo de lo que la suya inventa y crea. En cuanto a la religión, se le enseña que la suya es la verdadera, y que las demás religiones son el opio de los pueblos subdesarrollados, que siguen viviendo en la edad media y aplicando el sistema de la autoflagelación psicosomática. Entonces el individuo se hace individualista. Su configuración del mundo se convierte en un asunto personal/personalizado, haciéndole creer que ha sido elegido líder de los grandes destinos. Quiere ser el primero en alcanzar la cima del éxito. Los débiles son los que llegan tarde o nunca llegan. Y para contestar a tanto entusiasmo y a tantas miradas puestas sobre él, se asoma al mundo y le arroja una sonrisa dentífrica de orgullo y desdén.
Es evidente que una educación de ese tipo crea una gran responsabilidad y un enorme peso que el individuo debe soportar. Y el individuo no puede soportar una responsabilidad basada sobre una ilusión imposible. Entonces surgen los miedos y los temores. Miedos al fracaso, a la ruina. El "elegido" está sumergido ahora en un estado de tensión permanente. El "héroe" está ahora inquieto y deprimido. Como individualista, se siente solo. Tiene que encontrar una solución a esta nueva situación psicológica. Se refugia en los excesos: psicofármacos, tabaco, drogas, alcohol, psicoterapias, filosofías exóticas y otras doctrinas inclasificables.
Y un día, por casualidad, a través de alguien, de algo, inesperadamente, de la forma más extraña, de la manera más inescrutable, su búsqueda le lleva al Islam. En el Islam, encuentra un nueva fórmula para buscar el objetivo de la vida: simplemente adorando, rezando, alabando, sirviendo y obedeciendo a Dios. Pero eso no quiere decir que el musulmán tenga que pasar las 24 horas del día en la mezquita. En realidad, si juntamos las cinco pleagarias obligatorias, el tiempo total que el creyente puede pasar en actitud de rukú' y suyúd no supera los sesenta minutos. El resto del tiempo se dedica a aplicar correctamente los preceptos y enseñanzas del Islam: cómo ser buen vecino del barrio, cómo saludar a la gente, cómo perfeccionarse en el trabajo, cómo responsabilizarse de sus propios actos, cómo educar a sus hijos, tratar a su mujer, a los de otras confesiones religiosas, a los animales, a la naturaleza y, en definitiva, cómo ser moralmente modélico en todos los aspectos de la vida.
El Islam es el cordón umbilical que une el creyente al Creador. Es la comunicación permanente entre el hombre y Dios. Que sea uno creyente o no, todo el mundo sabe -consciente o inconscientemente- que el destino final es la muerte. Que sea uno creyente o no, todo el mundo sabe -consciente o inconscientemente- que volvemos a Dios depués de la muerte. Porque Dios ha creado los Cielos y la Tierra, la Vida y la Muerte...
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