Siria y el camino a la guerra mundial
Angel Guerra Cabrera
26 Julio 2012
"El tercer veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad (CS) de la
ONU al intento intervencionista de la OTAN en Siria ha dado pie a un
coro de moralinas de Hillary Clinton y sus homólogos occidentales
contra ambas potencias. Moscú y Beijing son insensibles al sufrimiento
del pueblo sirio, alegan, y se rasgan las vestiduras con la hipocresía
inherente a las elites gobernantes anglosajonas y gala. Como si no
fuera Estados Unidos quien con la mano en la cintura ha ejercido el
veto alrededor de 60 veces en contra de los derechos del martirizado
pueblo palestino y a favor de perpetuar la ocupación israelí. Por
cierto, a juzgar por la borrachera liberal de algunos intelectuales en
tiempos recientes parecería que la lucha contra el imperialismo y el
colonialismo y, por consiguiente, liberar a Palestina del yugo
sionista, ha dejado de ser el referente principal del movimiento de
liberación árabe. ¿De qué se trata? ¿De romper el cemento que durante
décadas unió a todos los patriotas y revolucionarios árabes? Al mismo
tiempo, en el colmo de la desvergüenza, el eje
Washington-Londres-París parecería -como en Libia- compartir el lecho
con Al Qaeda, de cuyo protagonismo en la “liberación” de Siria llegan
cada vez más indicios. Este dato lleva a pensar que la organización
terrorista fundada por Osama Bin Laden y sus similares serán actores
señeros en el magno proyecto de reestructuración del Gran Medio
Oriente diseñado por Estados Unidos e Israel. Desde los primeros años
de la ocupación de Iraq era pregunta obligada cómo fue que de buenas a
primeras apareció allí en escena la organización responsable de los
atentados del 11/S, se convirtió en el verdugo de la mayoritaria
comunidad chiíta y pieza fundamental de la guerra sectaria. Hoy vemos
que esa guerra se ha extendido a Siria, vuelve a tomar fuerza en Iraq,
amenaza con pasar a Líbano y devorar con sus llamas a todo el mundo
árabe. Pero es la de Washington la mano que mece la cuna.
El periodista francés Thierry Meyssan reportó desde Damasco que
elementos de Al Qaeda de distintos países árabes combatían en la
ciudad, armados y financiados por -quién va a ser- las monarquías de
Arabia Saudita y Qatar, ambas partidarias del predominio del islam
sumnita y por eso mismo enemigas de los gobiernos de Siria e Irán. A
la vez, reclutas del llamado Ejército Sirio Libre y de organizaciones
integristas han sido entrenados en Líbano y Turquía y en este país
funciona el puesto de comando de la CIA y otros servicios secretos
occidentales que dirige las operaciones militares contra el gobierno
de Bashar Al Assad. Existen testimonios creíbles de crímenes cometidos
contra la población civil y las minorías religiosas por bandas armadas
infiltradas en Siria. Pero al sectarismo religioso se une que todas
las monarquías árabes, sean las del Golfo, la jordana o la marroquí,
son serviles a Estados Unidos y también por esa razón coinciden en el
objetivo del cambio de régimen en Damasco y Teherán, como en el de
destruir la resistencia patriótica libanesa articulada en torno a
Hezbolá.
Las demandas legítimas de importantes sectores de la población siria
deben ser tomadas en cuenta y atendidas pero si Assad ha mostrado
voluntad política de escucharlas, realizar reformas y abrirse a un
régimen multipartidista, por qué Estados Unidos y sus socios se han
negado tozudamente a favorecer las condiciones para que ese proceso
prospere. Al contrario, fomentan un día sí y otro también la violencia
y el cambio de régimen, que conduce al caos, la anarquía y a un mayor
derramamiento de sangre. Esto es lo que diferencia su postura de la
china y rusa, partidaria de una solución política en Siria y entre
sirios. El presidente de Rusia Vladimir Putin ha advertido que si son
desplazadas las actuales autoridades de Damasco por la llamada
oposición armada comenzará una guerra civil que “nadie sabe cuándo
terminará”.
Estados Unidos se ha negado a que el CS condene las recientes acciones
terroristas en Siria y en boca de su embajadora en la ONU Susan Rice
no sólo las ha justificado sino alentado, lo que llevó al ponderado
canciller ruso Seguei Lavrov a afirmar que Washington está apoyando al
terrorismo en el país árabe. El derrocamiento del gobierno sirio, sea
mediante la desestabilización o con una intervención militar de la
OTAN, rompería catastróficamente el precario equilibrio geopolítico
internacional. Abriría el camino del imperialismo a Teherán y a la
guerra mundial.
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