El historiador marxista usamericano Lenni Brenner está fascinado por la colaboración entre sionismo y nazismo. En su libro Zionism in the Age of Dictators incluye fragmentos del libro del rabino Joachim Prinz, publicado en 1937, después de la salida del rabino de Alemania hacia USA.
“Todo el mundo en Alemania sabía que únicamente los sionistas podían representar responsablemente a los judíos en las conversaciones con el gobierno nazi. Todos dábamos por seguro que un día el gobierno organizaría una conferencia de mesa redonda con los judíos, en la que -una vez concluidas las algaradas y atrocidades de la revolución- se estudiaría el nuevo estatuto de los judíos alemanes. ¡Era nuestro sueño sionista! Nosotros nunca negamos la existencia de la cuestión judía. ¿Segregación? ¡Era lo que pedíamos!… En un manifiesto notable por su orgullo y dignidad, pedíamos una conferencia.” [http://www.marxists.de/middleast/brenner/ch05.htm]
A continuación, Brenner incluye fragmentos de un memorándum enviado al Partido Nazi por el grupo sionista alemán ZVfD el 21 de junio de 1933: “El sionismo no se hace ilusiones respecto a la dificultad de la condición judía, que consiste ante todo en un patrón ocupacional anormal y en la culpa de una postura moral e intelectual sin raíces en nuestra propia tradición (…)
En las bases del nuevo Estado, que ha establecido el principio de raza, deseamos insertar nuestra comunidad en la estructura global de manera que también para nosotros, en el ámbito que se nos asigne, sea posible una fructífera actividad en beneficio de la Patria.
Nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía proporciona una relación clara y sincera con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque no deseamos falsear estos fundamentos, es por lo que también nosotros nos oponemos a los casamientos mixtos y deseamos mantener la pureza del grupo judío […]
Creemos en la posibilidad de mantener una honrada relación de lealtad entre una judería consciente de sí misma como grupo y el Estado alemán […]” [ http://www.marxists.de/middleast/brenner/ch05.htm]
Brenner desaprueba tanto la postura de Prinz como la iniciativa sionista. Lleno de desprecio, añade: “Este documento, una traición de los judíos a Alemania, fue escrito siguiendo los clichés sionistas habituales: ‘patrón ocupacional anormal’, ‘intelectuales desarraigados necesitados absolutamente de una regeneración moral’, etc. El documento recoge la calculada colaboración que los sionistas alemanes ofrecieron a los nazis, santificada por el objetivo de un Estado judío. Viene a decir: no batallaremos contra ti, sino contra los que se te resistan.”
Lamentablemente, Brenner, aprisionado por el dogmatismo obrerista y sin la necesaria práctica académica de examen histórico transcultural, deja de ver lo evidente: el rabino Joachim Prinz y el ZVfD no eran traidores, sino que actuaban como auténticos judíos. Seguían precisamente el código cultural judío. Seguían el Libro de Ester, adoptaban el papel de Mordecai. Intentaban hallar un medio de colaboración con lo que correctamente identificaban con un poder emergente de amplio alcance. En 1969, Prinz confesó que en todo momento “desde el asesinato de Walther Rathenau en 1922 no nos cabía ninguna duda de que la evolución en Alemanía conducía a un régimen totalitario antisemita. Cuando Hitler comenzó a azuzar, a ‘despertar’ según él, en la nación alemana la conciencia racial y la superioridad racial, no nos cupo duda alguna de que este hombre, más tarde o más temprano, se convertiría en jefe de la nación alemana.” [http://www.marxists.de/middleast/brenner/ch03.htm]
Aunque disguste a Brenner, o a cualquier otro, el rabino Joachim Prinz demustra ser un auténtico líder judío, demuestra poseer algún tipo de radar de supervivencia altamente sofisticado que se ajusta pefectamente a la ideología del exilio. En 1981 Lenni Brenner entrevistó a Joachim Prinz: he aquí lo que dijo sobre el colaboracionista rabino:
“(Prinz) evolucionó visiblemente en los 44 años siguientes a su expulsión de Alemania. Me dijo, off the record, que pronto se dio cuenta de que nada de lo que había defendido tenía sentido en USA. Aquí se convirtió en un progresista a la manera usamericana. En su momento, se le pidió que, como jefe del American Jewish Congress, marchase junto a Martin Luther King, lo que hizo.”
Una vez más, Brenner deja de ver lo evidente: Prinz no había cambiado en absoluto, no había evolucionado en esos 44 años. Fue y seguía siendo un judío auténticamente genuino y, además, inteligente hasta la desmesura. Era un hombre que había internalizado la esencia de la filosofía del emigrante judío: en Alemania sé alemán, en USA, usamericano. Sé flexible, adáptate y adopta un relativismo ético. Prinz era un devoto seguidor y Mordecai y, como tal, entendía que todo lo que sea bueno para un judío es sencillamente bueno.
Me interesé y profundicé en las valiosas entrevistas de Brenner con Prinz que hay en la Red [http://cosmos.ucc.ie/cs1064/jabowen/IPSC/php/clip.php?cid=512]. Me chocó bastante darme cuenta de que, en realidad, Prinz presenta su postura de una manera elocuente. Es Prinz, no Brenner, quien nos ofrece una visión de la ideología judía y de su interacción con la realidad circundante. Es Prinz, no Brenner, quien realmente entiende al volk alemán y sus aspiraciones. Prinz presenta su actividad pasada como un judío orgulloso. Desde su punto de vista, colaborar con Hitler era sin duda lo que había que hacer. En este punto, seguía a Mordecai, a la espera, probablemente, de la llegada de una Ester. Así, lo más natural es que más tarde el rabino Joachim Prinz se convirtiese en presidente de Jewish American Congress. Se convirtió en un destacado líder usamericano, a pesar de su ‘colaboración con Hitler’. Y ello por una sencilla razón: desde el punto de vista de la ideología, era lo que tenía que hacer.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario