El altavoz del terror del Estado Islámico
Minutos antes de los atentados de Niza y París, el IS activó miles de cuentas en las redes sociales para garantizar la máxima difusión de su propaganda
Tres minutos antes de que el tunecino Mohamed Lahouaiej lanzase el camión que conducía a toda velocidad contra la multitud que disfrutaba de los fuegos artificiales en Niza el pasado 14 de julio, había más de 3.000 cuentas en las redes sociales, entre las que se encontraban 50 perfiles de Twitter, preparadas para difundir ese atentado en el que fueron asesinadas 80 personas y más de 200 resultaron heridas. Las cuentas y los perfiles estuvieron activos tres horas, el tiempo en el que las denuncias de quienes se escandalizaron por lo que estaba ocurriendo hicieron efecto y lograron paralizar toda esa actividad propagandística.
El día en el que el Daesh decidió realizar un atentado múltiple en París que acabó con la vida de 137 personas y que tuvo como lugar de referencia la sala Bataclán de París ocurrió lo mismo pero, según ha podido saber este periódico, en este caso, los terroristas optaron por utilizar por primera vez perfiles de telegram -un instrumento algo más novedoso- para difundir la masacre y amplificar su repercusión. Sus contenidos, en esta ocasión, permanecieron activos durante días, el tiempo en el que los responsables de esta aplicación de mensajería tardaron en tomar la decisión de cerrarlos. En ambos casos, "el daño ya estaba hecho", sostienen los expertos.
Estos hechos muestran ya de por sí un dominio de la escena, un patrón de comportamiento llamativo por parte del autodenominado Estado Islámico, previo y paralelo a los atentados -los terroristas almacenan cuentas llamadas zombiesbajo nombres nada significativos para activarlas segundos antes o en el mismo momento de las agresiones-. Pero revelan algo más: al decir de los expertos que protagonizaron las jornadas organizadas por el Instituto Español de Estudios Estratégicos y por la Fundación Giménez Abad, son hechos enmarcados en un "pensamiento estratégico infinitamente mejor desarrollado que el establecido por cualquier otro grupo terrorista en la actualidad", en el que a la propaganda se le da más importancia incluso que al propio atentado, por brutal que ésto pueda sonar.
"Un atentado es doloroso pero no hunde un Estado" -argumenta un agente del CNI convencido de que las estructuras de sociedades como la francesa o la norteamericana son capaces de soportar las agresiones del Daesh- "en realidad, la amenaza estratégica es la ruptura de la sociedad, la difusión de ideas que puedan radicalizarla, que puedan dividirla, que coloquen a unos contra otros, que establezcan tesis como que todos los musulmanes son malos...un atentado no hunde un Estado pero la propaganda puede hacerlo", sostiene.
Y el Daesh ha hallado todo tipo de métodos para de forma enormemente eficaz potenciar su mensaje propagandístico haciendo un uso genuino de los medios de comunicación y también de Internet, instrumento al que han conferido el estatus de arma logística.
Vídeos de factura impecable
En un año, el Daesh ha sido capaz de difundir 1.530 vídeos de una factura impecable. Osama bin Laden pronunciaba discursos de horas dirigidos a los imanes y a sus seguidores cultos. El Daesh elabora mensajes de 15 minutos, creados por cámaras y editores que han sido escrupulosamente formados y que van dirigidos a distintos segmentos de la población pero que se centran especialmente en los jóvenes vulnerables y susceptibles de ser radicalizados rápidamente para quienes ha llegado a elaborar videojuegos específicos.
En esos vídeos, la secuencia de la violencia, de las cabezas cortadas, de la intimidación y de la crueldad extrema, ocupan un lugar numéricamente muy marginal. Lo que los terroristas venden es que el Estado Islámico existe y funciona, con sus servicios médicos, con sus escuelas... y lo hacen en cualquier idioma, en árabe y también en inglés, en un 33% de los casos, en ruso (24%), en francés (22%) y en otros idiomas en un 21% de las cintas. En total, los técnicos del Daesh han elaborado unos 32.350 vídeos que salen de cuatro agencias oficiales.
Para batallar con su propaganda el Estado Islámico ha establecido una estructura de comités y subcomités muy seria -cuentan con un Frente Islámico de Medios Globales que dispone de una rama europea- y su obsesión por el control del relato es tal que se han asegurado que en la zona de guerra no haya ni un periodista que pueda hacer llegar un mensaje distinto al que le conviene. Por eso los secuestran y en la mayor parte de los casos, los matan y difunden sus asesinatos.
Internet, herramienta terrible
Internet, las redes sociales, se han convertido en una herramienta terrible en sus manos. A través de Internet, los terroristas logran reclutar a sus militantes en todo el mundo. Los necesitan para atentar en sus países de origen pero también para mantener el orden interno en aquellos lugares en los que van estableciendo las normas brutales del califato. "Para eso necesitan a gente que no esté relacionadas afectivamente con las personas que van a sufrir el rigorismo. Si hay vínculos, puede haber insurgencia, así que buscan voluntarios europeos para esa función".
A través de Internet se comunican de forma relativamente segura. Ordenan atentados de forma teledirigida. Han creado repositorios en la 'deep web' mediante los que difunden, por ejemplo, cómo montar explosivos, Tienen aplicaciones específicas para acceder a información cifrada. Han instalado virus chivatos en otras aplicaciones que detectan quienes se las han descargado y han mostrado interés por su contenido para así poder contactar después con ellos y poder reclutarlos.
De Internet obtienen muchos de los datos que necesitan para preparar su atentados. Y tienen expertos: ciberterroristas reconocidos por los dirigentes del Estado Islámico, seguidos como estrellas del pop que en muchas ocasiones han acabado en Siria degollando a sus víctimas porque su actividad, por muy exitosa y necesaria que pudiera resultar a los ojos del yihadismo, les genera frustración y una sensación de incoherencia.
"El ciberterrorismo es al fin y al cabo, activismo de sustitución", explica el profesor Manuel Torre Soriano. De modo que, los ciberterroristas, que "consumen durante horas su propio mensaje tóxico, lo traducen, lo editan, y que son susceptibles de acabar más radicalizados que nadie, se ven sentados en una habitación mientras animan a otros a actuar y a desplazarse al frente".
Ciberyihadistas
Es el caso de Younes Tsouli, considerado por el profesor Torre Soriano el principal ciberyihadista de la historia -de sobrenombre terrorista007-, un marroquí afincado en Londres, hijo de un diplomático, "que se convirtió en una celebridad" pero que, descontento con su papel, fue detenido cuando manifestó su intención de atentar.
O, más cerca, es el caso de Faiçal Errai, un marroquí afincado en la localidad alicantina de Benitatxell, que trabajaba como voluntario en Protección Civil, estaba totalmente integrado, aparentemente, en el modo de vida occidental y no tenía ni un ápice de radicalización. En realidad, había heredado el trabajo de Abu Musab al Zarqaui, era dirigente de la Red Ansar Al Mujaideen y, desde Benitatxell, pirateando la conexión de su vecino, dirigía, en 2010, una de las principales plataformas de propaganda y reclutamiento, al servicio de varios grupos terroristas.
La información que se cuelga en Internet no tiene por el momento fecha de caducidad y guarda muchas sorpresas. Cuando Mohamed Laouaiej ejecutó su plan asesino en Niza, la primera reacción de las autoridades francesas y, por contagio, de las autoridades del resto de los países europeos, fue afirmar que se trataba de la acción de un demente sin conexión con el Daesh. Aparentemente no había una conexión directa, pero finalmente se descubrió que sí la había, aunque el atentado no hubiera sido la consecuencia de una orden como las tradicionalmente emitidas por otros grupos terroristas. Laouaiej se había radicalizado siguiendo los mensajes de 'el Rapero', un personaje común a atentados como un apuñalamiento en Londres o el plan de atacar la catedral de Notre Dame.
El Daesh aprovecha la ventana de oportunidad que le ofrecen las nuevas tecnologías -se aprovecha de las novedades hasta que las Fuerzas de Seguridad detectan su alcance- y maneja su aparato de propaganda como si se tratara de una empresa en la que hay hasta reuniones semanales para valorar los resultados. Aplica técnicas de márketing y utiliza la tecnología del siglo XXI para instaurar ideas bárbaras ancladas en el siglo VII. No necesita que sus brazos ejecutores sean los más listos de la clase porque sólo los usa para acciones concretas. Hay expertos que sostienen que la eficiencia del IS tiene que ver con el hecho de que sus dirigentes contrataran a los agentes de la Inteligencia iraquí para sus terceros niveles cuando los norteamericanos los desecharon tras invadir Irak. "No son un enemigo fácil con el que se va a acabar a corto o medio plazo", coinciden los más conocedores del fenómeno.
Eso no significa que no estén siendo combatidos. En el terreno real y en el cibernético. La convicción de que la propaganda es una de sus mayores armas ha llevado a señalar como objetivos militares a quienes han sido designados como sus responsables. Varios de ellos han muerto por el ataque de drones y los lugares donde elaboran y desde donde difunden sus mensajes son perseguidos de forma implacable. En Internet, "las ventanas de oportunidad se les cierran cada vez más rápido porque la maquinaria contraterrorista termina conociendo sus vulerabilidades y a ninguna compañía le interesa tenerlos en su aplicación", señala el profesor Torre Soriano.
Es un modo distinto de terror, una mezcla de barbarie y sofisticación tecnológica, cuyo alcance hay que conocer.
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