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lunes, 26 de marzo de 2012

Camino sangriento hacia Damasco

Camino sangriento hacia Damasco
Domingo, 25 de Marzo de 2012 08:54 Asia - Oriente Medio
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Hay evidencias claras y abrumadoras de que la rebelión para derrocar al Presidente Assad en Siria es una violenta usurpación del poder liderada por combatientes apoyados desde el extranjero, que han asesinado y herido a miles de soldados, policías y civiles sirios partidarios del gobierno y de su oposición pacífica.
James Petras
La indignación expresada por los políticos en Occidente, los Estados del Golfo y los medios de comunicación sobre el ‘asesinato de ciudadanos sirios pacíficos que protestan contra la injusticia’ está cínicamente diseñada para encubrir los informes documentados de las violentas tomas de los barrios, pueblos y ciudades por parte de bandas armadas, que empuñan ametralladoras y siembran bombas a los costados de las carreteras.

El asalto a Siria está respaldado por fondos, armas y entrenamiento extranjeros. Sin embargo, debido a la falta de apoyo interno, para que tenga éxito, será necesaria la directa intervención militar extrajera.

Por esta razón una enorme campaña diplomática y de propaganda se ha montado para demonizar el legítimo gobierno sirio. El objetivo es imponer un régimen títere y fortalecer el control imperial occidental en el Medio Oriente.

A corto plazo, esto aislará a Irán aún más para preparar un ataque militar por parte de Israel y los Estados Unidos. A largo plazo, eliminará otro régimen laico independiente, amigo de China y Rusia.

A fin de movilizar el apoyo mundial de está usurpación de poder financiada por el Occidente, los Estado del Golfo e Israel, varias maniobras propagandísticas han sido usadas para justificar otra descarada violación a la soberanía de un país tras su exitosa destrucción de los gobiernos laicos de Irak y Libia.

El contexto más amplio: agresión en serie

La actual campaña occidental contra el régimen independiente de Assad en Siria es parte de una serie de ataques contra los movimientos prodemocráticos y regímenes independientes desde el Norte de África hasta el Golfo Pérsico.

La respuesta imperial-militarista al movimiento democrático egipcio que derrocó la dictadura de Mubarak fue respaldar la toma de poder de la junta militar y una campaña criminal para encarcelar, torturar y asesinar a mas de 10.000 manifestantes prodemocráticos.

Enfrentados a movimientos masivos democráticos en el Mundo Árabe, los dictadores autocráticos del Golfo apoyados por Occidente aplastaron a sus respectivas revueltas en Bahréin, Yemen y Arabia Saudita.

Los asaltos se extendieron al gobierno laico en Libia donde las fuerzas de la OTAN lanzaron un masivo bombardeo aéreo y marítimo en apoyo a las bandas armadas de mercenarios, destruyendo así la economía de Libia y la sociedad civil. El desencadenamiento de pandillas mercenarias armadas condujo al destrozo de la vida urbana en Libia y la devastación en el campo.

Las fuerzas de la OTAN eliminaron el régimen laico del Coronel Gadafi además de asesinarlo y mutilarlo por sus mercenarios. La OTAN supervisó las heridas, encarcelamiento, tortura y eliminación de decenas de miles de civiles partidarios de Gadafi y funcionarios del gobierno.

La OTAN respaldó el régimen títere mientras se embarcó en un sangriento pogromo contra los ciudadanos libios originarios del África subsahariana, así como también contra los trabajadores inmigrantes del África subsahariana –grupos que se habían beneficiado de los generosos programas sociales de Gadafi.

La política imperial de arruinar y regir en Libia sirve como “modelo” para Siria: Crear condiciones para una rebelión masiva liderada por musulmanes fundamentalistas, financiados y entrenados por mercenarios de Occidente y de los Estados del Golfo.

Sangre desde Damasco a Teherán

Según el Departamento de Estado “El camino a Teherán pasa a través de Damasco” : El objetivo estratégico de la OTAN es destruir al principal aliado de Irán en el Medio Oriente; para las monarquías absolutistas del Golfo el propósito es reemplazar una república laica por una dictadura teocrática esclava; para el gobierno turco el propósito es impulsar un régimen susceptible a los dictados de la versión del capitalismo Islámico de Ankara; para Al Qaeda y aliados fundamentalistas salafistas y wahabíes, un régimen teocrático sunita, libre de sirios laicos, alevíes y cristianos, servirá como trampolín para proyectar el poder en el mundo islámico; y para Israel una Siria bañada en sangre y dividida asegurará aún más su hegemonía regional.

No fue sin previsión profética que el súper senador sionista estadounidense Joseph Lieberman exigiera días después de los ataques de ‘Al Qaeda’ el 11 de septiembre del 2001: “Primero debemos ir tras Irán, Irak y Siria” antes de considerar a los verdaderos autores del hecho.

Las fuerzas armadas anti-siria reflejan una variedad de perspectivas políticas contradictorias, unidas sólo por su odio común del régimen nacionalista, laico e independiente que ha gobernado la compleja y multiétnica sociedad siria durante décadas.

La guerra contra Siria es la principal plataforma de lanzamiento para un futuro resurgimiento del militarismo occidental que se extiende desde el Norte de África hasta el Golfo Pérsico, reforzada por una campaña sistemática de propaganda que proclama la misión democrática, humanitaria y ‘civilizadora’ de la OTAN en nombre del pueblo sirio.

Pavimentado con mentiras

Un análisis objetivo de la composición política y social de los principales combatientes armados en Siria desmiente cualquier afirmación de que la rebelión está en la búsqueda de la democracia para el pueblo de ese país.

Los guerreros fundamentalistas autoritarios conforman al columna vertebral del levantamiento. Los propios Estados del Golfo que financian esos matones brutales son en sí monarquías absolutistas. Después de haber impuesto un brutal régimen gánster al pueblo libio, el Occidente puede no reclamar una ‘intervención humanitaria’.

Los grupos armados se infiltran en los pueblos y usan los centros de población como escudos desde los cuales lanzan sus ataques contra las fuerzas del gobierno.

En el proceso, someten a miles de ciudadanos en sus hogares, tiendas y oficinas que usan como puestos militares. La destrucción del barrio de Baba Amr en Homs es un caso clásico de bandas armadas que usan civiles como escudos y carne de cañón para propaganda en la demonización del gobierno.

Estos mercenarios armados carecen de credibilidad nacional en las masas del pueblo sirio. Una de sus principales fábricas de propagadas está localizada en el centro de Londres, el llamado “Observatorio de Siria para los Derechos Humanos” el cual coordina estrechamente con la inteligencia británica convirtiendo las historias sensacionalistas y atroces para agitar el sentimiento a favor de la intervención de la OTAN. Los reyes y emires de los Estados del Golfo financian estos combatientes.

Turquía proporciona bases militares y controla el flujo de armas a través de las fronteras y el movimiento de los líderes del llamado “Ejército Libre de Siria”.Estados Unidos, Francia e Inglaterra proporcionan las armas, entrenamiento y cobertura diplomática.

Los yihadistas-fundamentalistas extranjeros, incluyendo a los combatientes de Al Qaeda en Libia, Irak y Afganistán, han entrado en el conflicto.

Esto no es una “guerra civil”. Es un conflicto internacional que enfrenta una triple alianza infame de los imperialistas de la OTAN, los déspotas de los Estados del Golfo y los fundamentalistas musulmanes contra un régimen independiente, nacionalista y laico.

El origen extranjero de las armas, maquinaria propagandística y combatientes mercenarios revela el carácter siniestro imperial y ‘multinacional’ del conflicto.

En última instancia el violento levantamiento contra el Estado sirio representa una campaña imperialista sistemática para derrocar a un aliado de Irán, Rusia y China, incluso a costa de destruir la economía de Siria y la sociedad civil, fragmentando el país y desencadenando guerras de exterminación perdurables y sectarias contra las minorías alevíes y cristianas, así como contra los partidarios del gobierno laico.

Los asesinatos y la fuga masiva de refugiados no son resultado de una violencia gratuita cometida por un Estado sirio sediento de sangre. Las milicias respaldadas por Occidente se han apoderado de los barrios por la fuerza de las armas, destruido oleoductos, saboteado el transporte y bombardearon edificios estatales.

En el transcurso de sus ataques han interrumpido servicios básicos importantes para el pueblo sirio, incluyendo la educación, el acceso a la atención médica, la seguridad, el agua, la electricidad y el transporte. Por consiguiente, llevan la mayor parte de la responsabilidad por este “desastre humanitario”, (con la que sus aliados imperiales y funcionarios en las Naciones Unidas culpan a la seguridad y las fuerzas armadas sirias).

Las fuerzas de seguridad siria están luchando para preservar la independencia nacional de un Estado laico, mientras que la oposición armada comete actos de violencia a favor de sus amos extranjeros que les pagan –desde Washington, Riad, Tel Aviv, Ankara y Londres.

Conclusiones

El referéndum del régimen de Assad el mes pasado atrajo a millones de votantes sirios para desafiar a las amenazas imperialistas y los llamados terroristas a boicot. Esto indica claramente que una mayoría de sirios prefieren una solución pacífica y negociada, y que rechazan la violencia mercenaria.

El Concejo Nacional Sirio respaldado por Occidente y los Estados armados de Turquía y del Golfo con el “Ejército Libre de Siria” rechazan rotundamente los llamados de Rusia y China al diálogo abierto y a las negociaciones, que el régimen de Assad ha aceptado.

La OTAN y las dictaduras de los Estados del Golfo están presionando a sus apoderados para buscar un violento “cambio de régimen”, una política que ya ha causado la muerte de miles de sirios.

Las sanciones económicas de Estados Unidos y Europa están diseñadas para arruinar la economía de Siria, con la expectativa de que la privación aguda impulsará a una población empobrecida a los brazos de sus violentos acreedores.

En una repetición de la situación de Libia, la OTAN propone “liberar” al pueblo sirio destruyendo de su economía, la sociedad civil y el Estado laico.

Una victoria militar de Occidente en Siria se limitará a alimentar el creciente frenesí del militarismo. Impulsará al Occidente, Riad e Israel a provocar una nueva guerra civil en Líbano.

Después de la demolición de Siria el eje Washington-UE-Riad-Tel Aviv pasará a una confrontación más sangrienta con Irán.

La horrible destrucción de Irak, seguida por el colapso de Libia después de la guerra muestra el terrible escenario de lo que está reservado para el pueblo de Siria: Un abrupto colapso de su nivel de vida, la fragmentación de su país, eliminación étnica liderada por bandas sectarias, e inseguridad total de la vida y la propiedad.

Justo como la “izquierda” y los “progresistas” declararon el ataque despiadado de Libia como “la lucha revolucionaria de insurgentes demócratas” y luego se alejaron, lavándose las manos de la sangrienta secuela de violencia étnica contra los negros libios, ellos repiten los mismos llamados a una intervención militar contra Siria.

Los mismos liberales, progresistas, socialistas y marxistas que están llamando al Occidente a intervenir en la “crisis humanitaria” de Siria desde sus cafés y oficinas en Manhattan y en Paris, perderán todo interés por la orgía sangrienta de sus mercenarios victoriosos después de que Damasco, Alepo y otras ciudades sirias que hayan sido bombardeadas por la OTAN hasta rendirse.

Último libro de James Petras, “La Revuelta Árabe y el Contraataque Imperialista”. Clarity Press: Atlanta 2012. 2da Edición

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