En Suecia matan a un migrante y protes tan;
en México matan a 100 mil y premian a Calderón
Cientos de jóvenes, en su
mayoría inmigrantes (15 por
ciento), incendiaron coches
y atacaron a la policía y los
equipos de rescate en barrios pobres,
en la tercera noche de disturbios en
Estocolmo (iniciados el 20 de mayo
pasado) desatados tras la muerte de
un inmigrante a manos de uniformados.
Se publica que desde hace años
no se veían disturbios en Suecia; pero
se aclara que tras décadas de modelo
sueco con un generoso estado de
bienestar, Suecia ha reducido el papel
del Estado desde la década de los
90, con el mayor crecimiento de la
desigualdad en el área de economías
desarrolladas de la OCDE. Aunque el
nivel de vida en Suecia aún está entre
los más altos de Europa, los gobiernos
no han logrado reducir el desempleo
juvenil en el largo plazo ni la pobreza,
que ha afectado con más fuerza a los
inmigrantes.
En México, durante la Presidencia
de Felipe Calderón
(2006-2012), fueron muertos
y asesinados –con el pretexto
de combatir el narcotráfico-
100 mil mexicanos. Como en
México somos “muy machos, o muy
hombres” y porque aquí “la vida no
vale nada”, pues en lugar de encarcelar
a los gobernantes por los asesinatos,
los legisladores votan para que
Calderón reciba como premio un “collar”
del rey de España. Y es que somos
115 millones de mexicanos de los
que el 70 por ciento vive en la pobreza
y la miseria; los Suecos sólo 10 millones.
Son varias explicaciones, pero la
más importante es sin duda el nivel de
conciencia que en los mexicanos está
por los suelos pues basta con comparar
el nivel de vida para ver que nuestra
miseria es muy manipulada por los
medios de información.
¿Será que el nivel de conciencia
de lucha tenga que ver con
el nivel de vida? Para Marx
eran los proletarios explotados
como clase por el capitalismo
la fuerza más revolucionaria;
para los anarquistas eran los marginados
por el capitalismo: miserables,
mujeres, jóvenes, campesinos, obreros,
los rebeldes. Para los socialdemócratas
son los votos de ciudadanos individuales
quienes lograrán cambios.
Sin embargo en el capitalismo de los
últimos 50 años la conciencia ha sido
manipulada –en todos los campospor
los medios de información, por el
imperio y la iglesia. Tanto los obreros
y campesinos, como los ciudadanos,
han demostrado durante ese periodo
que se mueven al mismo ritmo, hacia
los mismos objetivos, que les aconsejan
por los medios de información y
la iglesia.
Aunque el nivel de vida de
Suecia –como es bien sabidoes
el más alto o está entre los
primeros, la implantación del
neoliberalismo o la acelerada
privatización en los últimos 30
años ha aumentado mucho el desempleo
y la terrible desigualdad de ingresos.
Por eso, si en décadas anteriores
Suecia fue idealizada pensando en que
era el país “más cercano al socialismo
por su Estado de bienestar”, en estos
años la situación económica y social
en ese país y sus vecinos, Noruega
y Finlandia, parece descomponerse.
Esto demuestra que ningún país puede
aislarse de la economía mundial
cuando el sistema capitalista extiende
sus tentáculos para dominar todo. Y
no es por maldad, sino que responde a
condiciones materiales de extender el
dominio mundial capitalista.
De Suecia sólo entiendo de lo
poco que he leído y lo que mi
máximo director Ingmar Bergman
me enseñó en los años 70
y 80 en sus 20 principales películas
vistas y requete vistas
en el CUC de Odontología (UNAM).
Aquellos suecos que en medio de su
friolento clima y nieve, de sus temores
y relaciones personales violentas, rituales
del castigo y otras anécdotas en
las que siempre sale a relucir la infancia
del director. ¿Quién puede olvidar
El séptimo sello, Fresas Silvestres, Secretos
de un matrimonio, Cara a cara,
Sonata de Otoño o Fanny y Alexander
y otras más películas en las que había
que clavar los sentidos para comprenderlas?
Quizá aquellas obras lleven a
pensar en que los suecos jamás saldrían
a protestar violentamente a las
calles incendiando carros de la policía.
Pero allí estuvieron demostrando
que están vivos y tienen dignidad.
Suecia es una monarquía
constitucional en la que el rey
Carlos XVI Gustavo es el jefe
de Estado; su poder real está
limitado sólo a lo ceremonial
y oficial. Se escribe que “al iniciarse
la década de los noventa, el país
cayó en una crisis fiscal. La respuesta
del gobierno fue reducir los gastos e
instituir una serie de reformas para
impulsar la competitividad, entre las
que se encontraban reducir el Estado
de bienestar sueco y privatizar bienes
y servicios públicos. Estos cambios
han dado origen a un modelo renovado
de Estado de bienestar que combina
un alto nivel de responsabilidad
pública con una amplia libertad de
elección ciudadana y una provechosa
colaboración público-privada”. Luego
entró a la Unión Europea, a la cual
Suecia pertenece desde el 1 de enero
de 1995, aunque sin adoptar el euro,
pues decidió mantener la corona sueca
como su moneda nacional.
Suecia, evidentemente, es radicalmente
distinta a México,
por el número de habitantes,
por la extensión de su territorio,
por el clima del país, por
su historia esencialmente monárquica
y por mucho más.
Sin embargo, viven en ambos países
–como en todo el mundo- seres humanos
que piensan y sienten los grandes
problemas económicos y políticos que
se extienden porque el capitalismo no
encuentra como resolverlos.
Suecia es parte de Europa y este continente
está muy agitado por las confrontaciones
entre sus gobernantes
que sólo buscan hacer más grande su
poder. Grecia, España, Italia, Francia
están en el eje de las grandes luchas
sociales en las calles, y que bueno que
hasta Suecia –a pesar de su intensa
frialdad- empieza a despertar.
¿Cómo pueden permitir que un policía
asesine a un ser humano? ¿Nosotros
en México cómo permitir que nuestros
gobiernos nos roben y asesinen
sin hacer nada?
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