Libro en PDF 10 MITOS identidad mexicana (PROFECIA POSCOVID)

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martes, 3 de julio de 2012

sobre el eterno femenino

“El me ha hecho amar tres

cosas de vuestro mundo:

las mujeres, el perfume y la

frescura del ojo en la oracion.”

Hadiz

En el capitulo dedicado

en
Los sellos de la Sabiduria

al profeta Muhammad –que

Allah le bendiga y le de paz−

Ibn al-Arabi pone de relieve

algunas realidades de la vida

que incluso los que somos

gente ordinaria y no gnosticos

como el podemos comprender

hasta cierto punto y aunque

sea de una manera parcial.

Lo hace en la forma de un

comentario al
hadiz del profeta

sobre el amor, el cual, segun

dice Ibn al-Arabi, es la raiz de

toda existencia:
“Él me ha hecho

amar tres cosas de vuestro

mundo: las mujeres, el

perfume y la frescura del ojo

en la oración”.

Ibn al-Arabi dice que el

profeta menciona primero a

las mujeres y acaba con la oracion

porque el hombre puede

solo reconocer a su Senor

como resultado de conocerse

a si mismo. Y esto solo lo puede

lograr si conoce a la mujer.

Porque despues de poner en el

hombre Su Ruh −Su Aliento−,

Allah saca o deriva del hombre

una persona que es la mujer,

que es una parte de el.

Y el hombre, por lo tanto,

tiene anhelo por esa parte de

si mismo, sin la cual no puede

conocerse a si mismo y por lo

tanto conocer a su Senor. Y la

mujer tiene anhelo por conocer

al hombre con el anhelo de

la cosa por su hogar. Necesita

tambien conocerlo para conocerse

a si misma y a su Senor.

Esto, subraya Ibn al Arabi,

es una necesidad para ambos

porque el
hadiz dice: “El me

hizo amar a las mujeres”. Es

decir, “me hizo”; lo que viene

a ser como “me obligo”. Es

una cosa que hay que hacer.

Pero este amor asi descrito

−l que se refiere el
hadiz

es un amor divino, referido a

Allah, no la mera gratificacion

del apetito sexual.

Como dice el poeta: “La

gente dice que soy un amante,

pero no saben cual es el objeto

de mi pasion”.

Para acercar este anhelo y

esta necesidad de conocerse

mutuamente del hombre y la

mujer a nuestra epoca historica

quisiera pasar a Wagner,

utilizando el comentario

de su opera
El anillo de los

Nibelungos
que hace Ian

Dallas en su libro
El nuevo

vagneriano
.

Wagner se encuentra al

principio de nuestra situacion

historica moderna y con la

misma necesidad –con el mismo

imperativo− que tenemos

nosotros de poner en marcha

una nueva fuerza de renovacion

historica fuera de la zona

de las fuerzas politicas que

existen en el mundo.

Para ello realiza una tarea

gigantesca de exploracion

de las fuerzas psiquicas subvertidas

–trastornadas− en

el curso de la degeneracion

historica cuyo resultado es el

mundo moderno en el que

nos encontramos.

Esto lo hace como musico,

con la capacidad visionaria

del artista que ve por encima

de la dialectica esteril de su

epoca.

Y su exploracion pone de

relieve la categoria central del

eterno femenino y del amor

entre hombre y mujer, ese

amor que –como hemos visto

en Ibn al-Arabi− es la raiz de

toda existencia.

La postura fundamental de

Wagner es que para desmantelar

el sistema social prevalente

es necesario liberar al individuo

de su condicion –de la

representacion que tiene de si

mismo−. Solo la persona con

una conciencia de si misma

verdadera puede acabar con el

sistema social decadente.

Este es el tema sobre el

medita profundamente en sus

operas, cuya culminacion es

El anillo de los Nibelungos
.

Se trata de una meditacion

sobre el hombre y la mujer y

su proyecto de vida basada,

en su caso, en la antigua tragedia

griega y en los mitos

germanicos, en los que busca

las formas naturales de la vida

individual y social.

Lohengrin
, la primera opera

canonica de Wagner, presenta

una figura femenina,

Elsa, quien encarna el eterno

femenino: la entrega de si

misma completa al hombre

que ama y que a su vez la ama.

En este caso, Lohengrin, un

hombre que lucha por ella y la

salva.

Wagner dice de ella y de

Lohengrin algo que nos recuerda

a Ibn al-Arabi: “Elsa es

lo subconsciente, lo indeliberado,

lo que el ser consciente

y deliberado de Lohengrin

anhela”.

Y tambien: “Comprender

a Elsa, la mujer incomprendida

por mi hasta ahora, la

expresion mas positiva del

mas puro instinto de los sentidos,

hizo de mi, de golpe, un

revolucionario”.

Lo afirma despues que

participo en la Revolucion de

Dresde, junto con Bakunin, y

que tuvo que huir de su pais

para que la policia no le encerrase

en un calabozo, como

ocurrio con algunos de sus

companeros.

Esta meditacion poetica de

Wagner sobre el eterno femenino

anade dos cosas mas:

Una es la presentacion de

la anti-feminidad en la figura

de Ortrud: la mujer –scribe

Ian Dallas−“que no conoce

el amor, que es esencialmente

un ser politico” (en el sentido

de lo politico como codicia del

poder a cualquier precio).

Ortrud es frente a la mujer-

victima, la mujer-hombre;

quien, al participar en el proyecto

politico del hombre

como un hombre mas, priva

a todos −omenzando por si

misma−de la presencia de la

identidad unica femenina en

la vida.

A traves de la oposicion

Elsa-Ortrud, Wagner expresa

que la mujer tiene una aportacion

espiritual que hacer;

que tiene que interactuar o

interrelacionarse con la aportacion

espiritual del hombre.

Wagner afirma que ver esto,

hace de el un revolucionario.

Lo otro que esta opera nos

aporta es una limitacion del

caracter de Elsa, representado

poeticamente por la condicion

que Lohengrin le exige

–ue no le pregunte su nombre−y que Elsa no es capaz de

cumplir, porque no entiende

que Lohengrin deba permanecer

anonimo. Vence en ella,

desafortunadamente, su deseo

de poseer al hombre, quien no

se posee a si mismo, porque

tiene un destino que llevar a

cabo, y para eso debe permanecer

anonimo.

Elsa es el primer modelo

de la mujer eternamente femenina.

Isolda es el segundo.

Isolda anade al retrato de la

feminidad la dimension de la

libertad sexual de la mujer; de

su capacidad de iniciativa.

Segun escribe Ian Dallas,

a traves de estas dos primeras

figuras, Wagner comprende

quien es la mujer y que tiene

que entrar en el terreno politico

como elemento activo,

pero que no lo puede hacer

como pseudo-hombre.

Brunilda, la protagonista

del
Anillo de los Nibelungos,

representa existencialmente la

entrada de la mujer en el mundo

de poder con su identidad

espiritual de mujer intacta

y activa, es decir, que puede

transformar la situacion.

Se trata de una nueva clase

de mujer, liberada, independiente,

que tiene en sus manos

nada menos que los medios

para devolver al mundo su armonia

basica.

Veremos como en el proximo

articulo, si Allah quiere.

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