Sexualidad en el islam
08/02/2006 - Autor: Abdennur Prado - Fuente: Webislam
Pregunta: He oído decir que el Islam es una religión muy puritana. ¿Podrías aclarar qué concepto se tiene en el islam sobre el sexo?
Respuesta de Abdennur Prado:
En el islam, la sexualidad es un bien, un don de Dios para las criaturas. Sería prolijo citar todos los dichos del Profeta (paz y bendiciones) donde se ensalza la sexualidad, lo cual ha hecho que durante siglos el islam fuese considerado en occidente como una religión inmoral y lujuriosa.
El matrimonio es un hecho altamente recomendado, hasta el punto de que el Profeta dijo: “el matrimonio es la mitad de la religión, y la otra mitad es la consciencia de Dios” (taqua). Una cosa importante es que la palabra árabe usada para designar al matrimonio — nikâh — también designa al coito. Nikâh tiene un sentido muy concreto: “la lluvia se desposa con la tierra”. La identidad lingüística entre el acto sexual y el matrimonio dificulta el discurso moralista: siempre que hay coito hay matrimonio.
Hay hadices tremendamente claros sobre la importancia concedida a las relaciones sexuales, y sobre el rechazo al celibato. El Profeta dijo: “¡Hombres jóvenes! Os recomiendo la relación sexual”. También dijo: “A quienquiera que le guste seguir mi tradición, que sepa que el matrimonio forma parte de mi tradición”. Citamos algunas anécdotas, a partir del libro “La sexualidad en el islam” de Sayyid Muhammad Rizvi:
‘Uthman ibn Maz’un fue un compañero cercano al Profeta. Un día su mujer fue a ver al Profeta y se quejó: “¡Oh Enviado de Al-lâh!, ‘Uthman ayuna durante el día y permanece orando durante la noche”. En otras palabras, ella quería decir que su marido se estaba absteniendo de mantener relaciones sexuales con ella. El Profeta se enfadó tanto que ni siquiera esperó a ponerse sus zapatillas. Salió fuera -con las zapatillas en las manos- y fue a casa de ‘Uthman. El Profeta le encontró orando. Cuando ‘Uthman finalizó sus oraciones, se giró hacia el Profeta, y éste le dijo: “¡Oh ‘Uthman!. Al-lâh no me envió para la vida monástica, sino que Él me envió con una vía sencilla y recta. Yo ayuno, rezo y también tengo relaciones íntimas con mi esposa. Así, a quien le guste mi tradición, entonces debe seguirla, y nikâh es una de mis tradiciones”. Puesto que ‘Uthman ya estaba casado, no hay duda de que la palabra nikâh en este hadiz hace referencia a las relaciones sexuales.
En otro hadiz transmitido por ‘Ali, se narra que algunos compañeros del Profeta habían jurado abstenerse de las relaciones sexuales con sus esposas, de comer durante el día y de dormir durante la noche. Umm Salamah, la esposa del Profeta, le informó sobre este grupo. El Profeta salió fuera donde estaban sus compañeros y dijo, “¿Os abstenéis de las mujeres mientras yo voy con las mujeres? Yo como durante el día y duermo durante la noche. A quien le disguste mi tradición, ese no es de los míos”. Después de este discurso, Al-lâh reveló la siguiente aleya:
«¡Creyentes! ¡No prohibáis las cosas buenas que Al-lâh os ha permitido!
¡Y no violéis la ley, que Al-lâh no ama a los que la violan!
¡Comed de lo lícito y bueno de que Al-lâh os ha proveído!
¡Y temed a Al-lâh, en Quien creéis!» (Corán, 5:87-88)
En primer lugar, considera al sexo, alimento y sueño entre «las cosas buenas que Al-lâh os ha permitido»; y en segundo lugar, el celibato y la abstinencia son consideradas como «violación de la ley de Al-lâh».
Después de que descendieran estas aleyas, aquellos compañeros fueron a ver al Profeta y le dijeron, “¡Oh Enviado de Al-lâh! Nosotros hemos hecho juramento de abstenernos de aquellas cosas”. Esto es, ¿cómo podemos ahora romper nuestro juramento de abstinencia? Entonces Al-lâh reveló la siguiente aleya:
«Al-lâh no tendrá en cuenta la vanidad de vuestros juramentos...»
(Corán, 5:89)
Según esto, un juramento de celibato o de abstinencia de las cosas lícitas y buenas es considerado por Dios como un «juramento vanidoso».
El matrimonio incluso eleva el valor de las oraciones. El Profeta dijo, “Dos rak’at de una persona casada son mejores que una noche de vigilia y el ayuno de una persona soltera”. El Profeta dijo: “Si alguien desea ir al encuentro de Al-lâh en pureza, entonces debería ir a Su encuentro con pareja”.
Una mujer fue a la casa del Profeta y su penetrante perfume pronto llenó la casa. Cuando el Profeta le preguntó a la visitante, la mujer le dijo que ella lo había intentado todo para atraer a su marido pero en vano; él no dejaba su meditación para prestarle atención alguna. El Profeta le contó para que informara a su marido sobre la recompensa de la relación sexual la cual describió como sigue: “Cuando un hombre se aproxima a su mujer, él está protegido por dos ángeles y es como un guerrero luchando por la causa de Al-lâh. Cuando tiene relación con ella, sus transgresiones parecen como las hojas de un árbol (en otoño). Cuando realiza la ablución mayor, está limpio de pecados”. Es decir: el mantener relaciones sexuales y luego lavarse completamente equivale a quitarse de encima los pecados.
Existe una aleya del Corán que ha sido interpretada como una licencia para todo tipo de posturas:
«Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros,
venid pues a vuestro campo como queráis,
haciendo preceder algo para vuestras almas,
y mantenéos conscientes de Dios,
y sabed que Le encontraréis.
Y da buenas nuevas a los que creen »
(Corán, 2:223).
Con esto, el Corán abres puertas a otras consideraciones, que parecerían más propias del tantrismo que de lo que comúnmente se asocia con el islam. La promesa que Al-lâh nos ofrece a través de las relaciones sexuales no es otra que Su encuentro. Todo deseo es deseo de unión, de volver a la fuente de todo lo existente. Todo deseo es deseo de Al-lâh, y al nivel de nuestra formación orgánica, no hay encuentro que supere el coito.
En una ocasión, el Profeta citó como un ejemplo de uno de los tres tipos de crueldad el de “un hombre que hace el amor con su mujer antes de estimularla”. Otro hadiz compara el sexo sin excitación preliminar con conductas animales: “Cuando cualquiera de vosotros haga el amor con su mujer, que no vaya a ella como un pájaro; en lugar de eso él debe ser lento y pausado”. El Profeta dijo: “No debe haber ninguno entre vosotros que haga el amor con su mujer como animales; más bien debería haber un mensajero entre ellos”. Cuando le preguntaron sobre el significado de ese mensajero, él dijo: “Significa besando y hablando”. El Profeta dijo: “...todo juego de un creyente es nulo excepto en tres casos: en la equitación, en el tiro con arco y en la mutua excitación con su mujer; estos son haqq (auténticos, verdaderos)”.
Sobre la importancia del placer sexual, existe un hadiz donde Muhámmad concede el divorcio a una mujer sobre la base de que su marido no la satisface. También dijo: “El mejor de vosotros es el que mejor trata a su mujer”.
En definitiva: la sexualidad y el placer son dones de Dios, y rehusar a ellos es una vanidad y una torpeza. El cuerpo humano es como un campo para la labranza, generador de goce y de sosiego. Existe una cortesía en el amor, y respetar esa cortesía no implica ninguna represión, ni la aceptación de límites contrarios a la naturaleza humana. La cortesía en el amor es el signo de la superación de la crueldad y de la zafiedad en las relaciones sexuales, de la hipocresía y del puritanismo. La dulzura de trato, la conversación y las caricias son la llave de la unión. Toda intimidad es intimidad con Al-lâh.
Respuesta de Abdennur Prado:
En el islam, la sexualidad es un bien, un don de Dios para las criaturas. Sería prolijo citar todos los dichos del Profeta (paz y bendiciones) donde se ensalza la sexualidad, lo cual ha hecho que durante siglos el islam fuese considerado en occidente como una religión inmoral y lujuriosa.
El matrimonio es un hecho altamente recomendado, hasta el punto de que el Profeta dijo: “el matrimonio es la mitad de la religión, y la otra mitad es la consciencia de Dios” (taqua). Una cosa importante es que la palabra árabe usada para designar al matrimonio — nikâh — también designa al coito. Nikâh tiene un sentido muy concreto: “la lluvia se desposa con la tierra”. La identidad lingüística entre el acto sexual y el matrimonio dificulta el discurso moralista: siempre que hay coito hay matrimonio.
Hay hadices tremendamente claros sobre la importancia concedida a las relaciones sexuales, y sobre el rechazo al celibato. El Profeta dijo: “¡Hombres jóvenes! Os recomiendo la relación sexual”. También dijo: “A quienquiera que le guste seguir mi tradición, que sepa que el matrimonio forma parte de mi tradición”. Citamos algunas anécdotas, a partir del libro “La sexualidad en el islam” de Sayyid Muhammad Rizvi:
‘Uthman ibn Maz’un fue un compañero cercano al Profeta. Un día su mujer fue a ver al Profeta y se quejó: “¡Oh Enviado de Al-lâh!, ‘Uthman ayuna durante el día y permanece orando durante la noche”. En otras palabras, ella quería decir que su marido se estaba absteniendo de mantener relaciones sexuales con ella. El Profeta se enfadó tanto que ni siquiera esperó a ponerse sus zapatillas. Salió fuera -con las zapatillas en las manos- y fue a casa de ‘Uthman. El Profeta le encontró orando. Cuando ‘Uthman finalizó sus oraciones, se giró hacia el Profeta, y éste le dijo: “¡Oh ‘Uthman!. Al-lâh no me envió para la vida monástica, sino que Él me envió con una vía sencilla y recta. Yo ayuno, rezo y también tengo relaciones íntimas con mi esposa. Así, a quien le guste mi tradición, entonces debe seguirla, y nikâh es una de mis tradiciones”. Puesto que ‘Uthman ya estaba casado, no hay duda de que la palabra nikâh en este hadiz hace referencia a las relaciones sexuales.
En otro hadiz transmitido por ‘Ali, se narra que algunos compañeros del Profeta habían jurado abstenerse de las relaciones sexuales con sus esposas, de comer durante el día y de dormir durante la noche. Umm Salamah, la esposa del Profeta, le informó sobre este grupo. El Profeta salió fuera donde estaban sus compañeros y dijo, “¿Os abstenéis de las mujeres mientras yo voy con las mujeres? Yo como durante el día y duermo durante la noche. A quien le disguste mi tradición, ese no es de los míos”. Después de este discurso, Al-lâh reveló la siguiente aleya:
«¡Creyentes! ¡No prohibáis las cosas buenas que Al-lâh os ha permitido!
¡Y no violéis la ley, que Al-lâh no ama a los que la violan!
¡Comed de lo lícito y bueno de que Al-lâh os ha proveído!
¡Y temed a Al-lâh, en Quien creéis!» (Corán, 5:87-88)
En primer lugar, considera al sexo, alimento y sueño entre «las cosas buenas que Al-lâh os ha permitido»; y en segundo lugar, el celibato y la abstinencia son consideradas como «violación de la ley de Al-lâh».
Después de que descendieran estas aleyas, aquellos compañeros fueron a ver al Profeta y le dijeron, “¡Oh Enviado de Al-lâh! Nosotros hemos hecho juramento de abstenernos de aquellas cosas”. Esto es, ¿cómo podemos ahora romper nuestro juramento de abstinencia? Entonces Al-lâh reveló la siguiente aleya:
«Al-lâh no tendrá en cuenta la vanidad de vuestros juramentos...»
(Corán, 5:89)
Según esto, un juramento de celibato o de abstinencia de las cosas lícitas y buenas es considerado por Dios como un «juramento vanidoso».
El matrimonio incluso eleva el valor de las oraciones. El Profeta dijo, “Dos rak’at de una persona casada son mejores que una noche de vigilia y el ayuno de una persona soltera”. El Profeta dijo: “Si alguien desea ir al encuentro de Al-lâh en pureza, entonces debería ir a Su encuentro con pareja”.
Una mujer fue a la casa del Profeta y su penetrante perfume pronto llenó la casa. Cuando el Profeta le preguntó a la visitante, la mujer le dijo que ella lo había intentado todo para atraer a su marido pero en vano; él no dejaba su meditación para prestarle atención alguna. El Profeta le contó para que informara a su marido sobre la recompensa de la relación sexual la cual describió como sigue: “Cuando un hombre se aproxima a su mujer, él está protegido por dos ángeles y es como un guerrero luchando por la causa de Al-lâh. Cuando tiene relación con ella, sus transgresiones parecen como las hojas de un árbol (en otoño). Cuando realiza la ablución mayor, está limpio de pecados”. Es decir: el mantener relaciones sexuales y luego lavarse completamente equivale a quitarse de encima los pecados.
Existe una aleya del Corán que ha sido interpretada como una licencia para todo tipo de posturas:
«Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros,
venid pues a vuestro campo como queráis,
haciendo preceder algo para vuestras almas,
y mantenéos conscientes de Dios,
y sabed que Le encontraréis.
Y da buenas nuevas a los que creen »
(Corán, 2:223).
Con esto, el Corán abres puertas a otras consideraciones, que parecerían más propias del tantrismo que de lo que comúnmente se asocia con el islam. La promesa que Al-lâh nos ofrece a través de las relaciones sexuales no es otra que Su encuentro. Todo deseo es deseo de unión, de volver a la fuente de todo lo existente. Todo deseo es deseo de Al-lâh, y al nivel de nuestra formación orgánica, no hay encuentro que supere el coito.
En una ocasión, el Profeta citó como un ejemplo de uno de los tres tipos de crueldad el de “un hombre que hace el amor con su mujer antes de estimularla”. Otro hadiz compara el sexo sin excitación preliminar con conductas animales: “Cuando cualquiera de vosotros haga el amor con su mujer, que no vaya a ella como un pájaro; en lugar de eso él debe ser lento y pausado”. El Profeta dijo: “No debe haber ninguno entre vosotros que haga el amor con su mujer como animales; más bien debería haber un mensajero entre ellos”. Cuando le preguntaron sobre el significado de ese mensajero, él dijo: “Significa besando y hablando”. El Profeta dijo: “...todo juego de un creyente es nulo excepto en tres casos: en la equitación, en el tiro con arco y en la mutua excitación con su mujer; estos son haqq (auténticos, verdaderos)”.
Sobre la importancia del placer sexual, existe un hadiz donde Muhámmad concede el divorcio a una mujer sobre la base de que su marido no la satisface. También dijo: “El mejor de vosotros es el que mejor trata a su mujer”.
En definitiva: la sexualidad y el placer son dones de Dios, y rehusar a ellos es una vanidad y una torpeza. El cuerpo humano es como un campo para la labranza, generador de goce y de sosiego. Existe una cortesía en el amor, y respetar esa cortesía no implica ninguna represión, ni la aceptación de límites contrarios a la naturaleza humana. La cortesía en el amor es el signo de la superación de la crueldad y de la zafiedad en las relaciones sexuales, de la hipocresía y del puritanismo. La dulzura de trato, la conversación y las caricias son la llave de la unión. Toda intimidad es intimidad con Al-lâh.
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