Términos clave (3): آدم adán âdam
Los términos clave del islam
آدم adán âdam:
Es la primera criatura humana creada. Âdam también significa: “Profeta; rojizo; piel morena”. En la tradición judeo-islámica es un ser andrógino antes de ser des-emparejado. El propósito coránico se afianza al omitir los nombres propios mencionados en la narración bíblica: Adán y Eva. En las aleyas sobre el origen del ser humano como criatura viva, el Corán emplea las palabras bashar o insân pero no Âdam, nombre que reserva para la persona humana como califa de Al-lâh en la tierra (ver jalîfa).
El término Âdam, por tanto, se utiliza más como concepto que como nombre de un individuo en concreto. Ni siquiera hay aún en este nombre noción de género. El Âdam de judíos y musulmanes, a diferencia del cristiano Adán, no es un varón. Esto consta ya en la Torá: “Macho y hembra los creó… y les puso por nombre Âdam”. De forma que sólo ambos juntos son insân (el ser humano). Así pues, hombre y mujer aparecen en la creación al mismo tiempo, estando estas dos partes, masculina y femenina en la criatura perfecta (ver insân kâmil). La supuesta “caída” de Âdam de su estado de felicidad original se debió, según la interpretación de Agustín de Hipona, al acto sexual de la pareja humana.
La divergencia en la narración coránica indica inequívocamente otra visión, con diferentes consecuencias morales. Según Muhammad Iqbâl, la “caída” es, más bien, la transición humana desde la conciencia simple hasta el primer rayo de la conciencia de sí mismo. La primera desobediencia de Âdam fue también el primer acto en que escogió libremente; por ello, según el relato coránico, la primera transgresión fue perdonada. La sumisión libre del “yo” nace de la cooperación voluntaria de los egos libres. Un ser cuyos movimientos estén totalmente determinados como los de una máquina no puede engendrar bondad. Por lo tanto, la libertad es una condición de la bondad. La aparición de un ego finito capacitado para escoger después de considerar el valor relativo de las diversas posibilidades abiertas ante él, asume grandes riesgos. El Corán cuenta que la pareja fue engañada por Shaitân –encargado de introducir la duda en la mente– y probaron el fruto del árbol de la inmortalidad o del “dominio imperecedero”.
Tradicionalmente, el árbol era un símbolo críptico del conocimiento oculto. Âdam cedió no porque fuera perverso sino porque, precipitado (‘aÿûl) por naturaleza, buscó un atajo para llegar al conocimiento. La única forma de corregir esta tendencia consistía en colocarlo en un medio donde, existirían condiciones propicias para desarrollar sus facultades intelectuales: la vida de un ego finito en el seno de un ambiente adverso depende de la ampliación perpetua del conocimiento basado en la experiencia real; y la experiencia de un ego finito para el cual se abren varias posibilidades sólo se amplía por medio del intento y del error. Es esa condición adámica de libertad ante la cual Al-lâh quiso que se postraran los ángeles.
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