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jueves, 26 de julio de 2018

El ex campeón de críquet Imran Khan se posiciona como vencedor en las elecciones de Pakistán

ASIA

Varios partidarios de Imran Khan. REUTERS
Se suponía que iba a ser una sana transición democrática entre dos legislaturas. La segunda en toda la historia de Pakistán, marcada por golpes de Estado y dictaduras militares. Pero las elecciones generales de las que previsiblemente saldrá vencedor el partido Pakistán Tehreek-i-Insaf (PTI), liderado por el ex jugador de críquet Imran Khan, han quedado ensombrecidas por las acusaciones de amaño del resto de formaciones.
A la espera de conocer los datos oficiales, las primeras declaraciones de Khan, que ha calificado de "históricas" estas elecciones en un discurso televisado, no se han hecho esperar. El líder del PTI ha agradecido "la oportunidad de servir a la nación" a Alá, a la población que "ha hecho que nuestra democracia evolucione y progrese" y especialmente a la población de Baluchistán "que ha salido a votar en masa a pesar del terrorismo".
"Nuestras políticas son para ayudar a los más pobres", ha señalado, para después enumerar algunos problemas que ve en su país: que los trabajadores no ganen lo suficiente para alimentar a sus hijos, que la tasa de mortalidad materna sea tan alta, el mal estado de la economía, el desempleo o la corrupción política.
Estas palabras, que bien podrían considerarse su discurso de victoria, han venido seguidas de alusiones personales. "No creo que ningún líder haya recibido tantos ataques personales como los que yo he visto en los últimos 3 años. Lo he olvidado todo", dice. "No dejaremos que se dé la victimización política de nadie. Nadie estará por encima de la ley, es nuestro objetivo. Para estos controles y equilibrios, necesitamos instituciones fuertes". Khan sostiene que Occidente se basa en esos principios y que Pakistán debe seguirlos, si bien poco después ha dedicado varios elogios a China, país con el que "fortaleceremos y mejoraremos nuestras relaciones".

Rechazo de los resultados

Según el recuento de votos no oficial que están publicando medios locales como el periódico Dawn, con el 49% d escrutinio el PTI de Khan obtiene por el momento 120 escaños frente a los 61 de la Liga Musulmana de Pakistán (PML-N), de la familia Sharif, y los 40 del Partido Popular (PPP), encabezado por Bilawal Bhutto Zardari. El recuento oficial se está retrasando varias horas por problemas técnicos, según ha señalado la Comisión Electoral.
El Parlamento paquistaní cuenta con 342 asientos, de los que 272 son elegidos por sufragio universal, mientras los 70 restantes están reservados a mujeres y minorías religiosas y son designados por los partidos. La mayoría absoluta se consigue con 137 diputados, por lo que Khan tendría que formar coalición con partidos minoritarios e independientes, una tarea que a priori no se presenta complicada.
Prácticamente desde el cierre de urnas los partidarios de Khan salieron a las calles de las principales ciudades a celebrar una victoria que vislumbraban sin ni siquiera datos oficiales. Mientras, en los despachos y en ruedas de prensa, los oponentes del ex jugador de críquet mostraban su indignación ante el desarrollo de un proceso electoral que no aceptan.
"Rechazamos los resultados", dijo anoche el presidente de la Liga Musulmana, Shahbaz Sharif, hermano del ex primer ministro Nawaz Sharif. "Pensábamos que las elecciones permitirían a la gente actuar con libertad, pero cuando terminó la votación, y después de que viéramos lo que ocurría, creo que nunca he visto algo tan horrible en mi carrera política".
El líder del partido que ha gobernado Pakistán los últimos cinco años denunció que sus representantes fueron expulsados de numerosos colegios electoralesdurante el recuento para poder perpetrar cambios en los resultados.
El joven Bhutto realizó denuncias similares ("es imperdonable e indignante") y pronto se sumaron también los partidos Muttahida Qaumi Movement y el Pak Sarzameen.
En el punto de mira de las incriminaciones está el Ejército y sus supuestas injerencias durante el proceso electoral en favor del PTI. Ya durante la campaña electoral se acusó a la cúpula militar de llevar a cabo presiones a candidatos y de silenciar los medios de comunicación críticos. El PML-N además se siente víctima de una persecución judicial por haberse enfrentado al alto mando durante la última legislatura. Por eso están convencidos de que la fuerte presencia militar desplegada en la jornada de votación (370.000 soldados) no tenía sólo el objetivo de garantizar la seguridad de los ciudadanos, sino influir en los resultados.
Desde la Comisión Electoral niegan todas las acusaciones. "No hay conspiración ni ninguna presión", señaló a los medios esta mañana Babar Yaqoob, secretario del organismo. El comisionado en jefe de las elecciones, Sardar Mohammad Raza, añadió que "las elecciones fueron 100% transparentes y justas".
El único partido que no ha mostrado dudas sobre el desarrollo de los comicios es el PTI, que desde el inicio del recuento se veía ganador. No obstante, la formación acepta que se realice una investigación para comprobar si existió fraude. "No nos opondremos a ninguna investigación del supuesto amaño de las elecciones", dijo Asad Umar, portavoz del partido, anoche en rueda de prensa.
A las acusaciones de falta de legitimidad de los comicios hay que sumar una violencia extremista que ha acompañado a todo el proceso electoral. Desde la campaña, en la que murieron 180 personas en varios atentados, hasta en la propia jornada de votación, donde murieron una treintena de personas en un ataque suicida cerca de un colegio electoral. La matanza, en la ciudad de Quetta, fue reivindicada por el Estado Islámico.
Khan, de 65 años, previsiblemente se convertirá en primer ministro dos décadas después de haber fundado su propio partido, acompañado siempre de un eslogan anticorrupción. Se presenta como una alternativa a las prácticas corruptas de las élites y como una voz ajena a las dinastías tradicionales, ayudado por un discurso cercano a las nuevas generaciones y basado en mensajes populistas. Se tendrá que hacer cargo de un país políticamente inestable y con la permanente sombra del Ejército merodeando la estructura del poder. Pakistán, además, afronta una realidad económica preocupante y tiene la vista puesta en el Corredor Económico con China y en el rescate que posiblemente solicite al FMI en los próximos meses.
La ex esposa de Khan, la productora Jemima Goldsmith, ha sido la primera en felicitar al ex jugador de críquet públicamente. Lo ha hecho a través de su cuenta de Twitter: "Tras 22 años, después de humillaciones, obstáculos y sacrificios, el padre de mis hijos es el próximo primer ministro de Pakistán. Es una lección increíble de tenacidad, creencia y rechazo a aceptar la derrota. El desafío ahora es recordar por qué se metió en política".

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